Alfonso Orduz Duarte | El Nuevo Siglo
Sábado, 21 de Noviembre de 2015

“Guerras del futuro según manera de pensar”

A TRAVÉS DEL TEODOLITO

Las profecías de Huntington

 

Las profecías, si así pueden llamarse las previsiones del profesor Huntington quien en un estudio a finales del siglo pasado basado en análisis del comportamiento humano a través de la historia, sostuvieron que las grandes confrontaciones que desataron guerras tan sangrientas como las dos llamadas mundiales, amén de otras de “menor cuantía,” no volverían a tener lugar por las motivaciones que  éstas motivaron, sino que las guerras del futuro serían entre grupos humanos según su manera de pensar y de actuar. Parece que lo que hemos estado presenciando es confirmación de las predicciones de Huntington. ¿Podremos explicarnos de otra manera, por ejemplo, el derribamiento de las Torres Gemelas en Nueva York? El Islam que es una manera de pensar y de apreciar la vida en este mundo desde su creación.

 

Mahoma creó una nueva religión; para sus seguidores es dogma de fe que “Alá es el único Dios y Mahoma es su profeta”. El pueblo al cual se dirigió el profeta es de origen semita y muchas de sus enseñanzas iniciales estaban inspiradas en las creencias judeo-cristianas. El arcángel San Gabriel, según Mahoma, fue el inspirador de su pensamiento que se extendió a partir del año 622 de la era cristiana en forma vertiginosa, aprovechando la decadencia de los imperios bizantino y persa. Fue así que buena parte de lo que hoy es el Medio Oriente y el norte de África constituyeron sus dominios; a principios del siglo VIII atravesaron el estrecho de Gibraltar y tomaron posesión de España por 8 siglos. La derrota en Poitiers cuando pretendieron apoderarse de Francia los detuvo y quedaron campeando en España. De ahí que no existe español alguno ni descendiente de ellos que no tenga ancestros árabes. Fueron excelentes matemáticos como que acabaron con la numeración romana con el invento del álgebra; fueron  buenos gobernantes y políticos.

 

A principios del siglo XIX, cuando Europa  controlaba el 35% del área del mundo que luego en 1878 pasó a ser el 67% y en 1814 el 84% (estas cifras son históricas siendo su origen impreciso) comenzaron las potencias occidentales a dividirse lo que era el mundo musulmán. Ni Francia ni Holanda ni Italia fueron ajenas a este despojo cuyas consecuencias estamos viviendo ahora con un terrorismo sin sentido. Ya a fínales del siglo XVII la invasión napoleónica se había apropiado de Egipto. España ya no era de dominio musulmán. El imperio otomano que se mantenía fiel a la tradición y a las costumbres, fue dirigido por Atatürk a principios del siglo XX, quien occidentalizó a Turquía con el visto bueno de Alemania, se separó de hecho del mundo musulmán.

 

¿Podrá entonces extrañarnos que los descendientes de un pueblo con una historia de grandes ejecutorias de cerca de 14 siglos con un número de adeptos a las enseñanzas del Corán, las cuales según ellos mismos no admiten interpretaciones como sí las admite la Biblia, que constituyen la segunda religión después del cristianismo, quieran hacerse presentes nuevamente? Claro que es inaceptable que lo hagan como ahora pretenden, golpeando al mundo donde más le duele como son los actos terroristas. Los muertos en París claman por remediar tamaña injusticia. Las reivindicaciones que se pretenden solventar así pierden su valor.