ALFONSO ORDUZ DUARTE | El Nuevo Siglo
Sábado, 21 de Enero de 2012

A propósito de la Cumbre

 

La interpretación de hechos y acontecimientos suele ser tan obvia y natural que lo que se piensa se considera como consentimiento universal. Es el caso de la famosa Cumbre de las Américas de la cual nuestro país acaba de ser anfitrión. Agobiado como ha estado el país con la guerrilla, el narcotráfico y otras bellezas de las cuales sufrimos, fue esta oportunidad de mostrarnos ante el mundo como nación que está tratando de superar todos esos males. Y a fe que lo logró. Pero ese no era el objeto de la reunión de todos los presidentes sino el de un acercamiento para, dentro de un espíritu de camaradería, se discutieran los asuntos que nos atañen; así debió ser la reunión privada de los presidentes en donde tuvieron que decirse unos a otros cosas que seguramente en público no estarían dispuestos a hacerlo. Y ya eso fue un buen resultado.

Los mismos países se habían dado unas pautas que mientras no se cambien deben ser atendidas por todos. Si solamente habían dispuesto que pudieran asistir los presidentes que hubieran sido elegidos democráticamente, en otras palabras, países que tuvieran regímenes democráticos, no parecía oportuno que los que no lo fueran, el que no lo fuera, no podría ser invitado. Santos obró con gallardía; se molestó en ir a Cuba y decirles en los mejores términos a los hermanos Castro que no podrían venir. Si para futuras reuniones se cambian las reglas, habrá que seguirlas.

No hubo declaración final, es absolutamente cierto pero no parece que eso opaque la reunión. El simple hecho de haber compartido cara a cara un par de días los temas comunes, aunque éstos aparentemente nos distancien ha sido un buen resultado.

Cuando se tienen invitados en la casa, se hace lo posible por atenderlos bien. “Hay que hacer lo que se debe, aunque se deba lo que se haga” es un dicho que se oye de vez en cuando. Hay que recordárselo a quienes critican como excesivos los gastos en los cuales se incurrió para atender a nuestros huéspedes. Es lo que corresponde. El lunar negro estuvo a cargo de algunos guardianes de Obama. Lástima de verdad que no estuvieron a la altura de los anfitriones y de su jefe. Bien caro que parece lo van a pagar.

Los temperamentos de los invitados deben ser debidamente entendidos y manejados por el anfitrión. Parece que en quien se tuvo que tener todo el tacto y tino diplomático fue con la admirada Presidenta de Brasil. Bueno, pero eso forma parte de las buenas maneras del anfitrión de las cuales sí se hizo gala en esta ocasión.

Debemos felicitarnos todos los colombianos por los resultados de esta reunión, ocasión que Time aprovechó para informar al mundo cómo Colombia ha dedicado sus capacidades a superar sus dificultades hoy bajo el liderazgo del presidente Santos.