He hablado muchas veces en este espacio sobre los niveles de la consciencia, esa que está presente en todo, desde las piedras y los fósiles hasta los animales, incluyéndonos. Nada está por fuera de la Consciencia, con mayúscula, la fuerza amorosa que es en realidad omnipresente en los multiversos. Así que un buen propósito para iniciar un nuevo ciclo podría ser el abrirse a niveles de consciencia más elevados. En verdad, ciclos podemos abrir todos los días, cada jornada se puede convertir en un nuevo comienzo; sin embargo, como para nosotros resulta significativo el cambio en el calendario gregoriano, éste es el tiempo para las aperturas emocionales, mentales y espirituales que vayan acompañadas de acciones coherentes.
¿Qué quiere decir expandir la consciencia en términos concretos? Significa reconocer cada vez más la fuerza del amor en nuestras vidas y dejarla fluir. En cosas sencillas: prestarle menos –o ninguna– atención a chismes y habladurías; dejar de criticar apasionadamente al otro, lo cual no es lo mismo que observar sus acciones, para no imitarlas si están erradas y proponer cambios posibles; soltar el insulto, que en vez de ofender al otro contribuye a que una situación inarmónica no se modifique; abstenerse de culpar a los otros por lo que nosotros mismos hemos creado en nuestras vidas; dejar de ver la paja en el ojo ajeno, para observar la viga en el propio. No estoy diciendo nada nuevo. Solamente que nos falta hacerlo.
Todo ello es ampliar la consciencia: darnos cuenta que los habitantes de este planeta somos aprendientes. Pero de verdad, ¡darnos cuenta! Claro que cometemos errores garrafales, muchas veces espantosos. Pero en lugar de distraernos con el error ajeno, que evidentemente necesita ser reparado, necesitamos enfocarnos en nuestros propios errores, para cambiar y así transformar al mundo. Ojalá este año no hubiese más violaciones, asesinatos, robos, trampas, manipulaciones… Pero, en el nivel de consciencia general de la humanidad todo ello seguirá ocurriendo. No es ser ave de mal agüero, es reconocer la realidad, para poder transformarla. Y se cambia más fácilmente si cada quien crece en consciencia, avanza en auto-observación y se compromete en acciones coherentes, que si seguimos protestando airadamente por el error del otro.
Nos seguiremos equivocando entre nosotros, con los animales, las plantas, el planeta. Si cada día hay alguien que se equivoque menos, crearemos masa crítica para avanzar. Si no, repetiremos el curso, como cuando un adolescente en problemas pierde noveno grado. Se retrasará un poco, pero a la final avanzará. Ojalá avancemos en consciencia.