ANDRÉS MOLANO ROJAS | El Nuevo Siglo
Domingo, 20 de Noviembre de 2011

Viajes presidenciales

La  forma en que muchos ciudadanos y comentaristas han salido a criticar, en los periódicos y la radio, el reciente viaje del presidente Juan Manuel Santos a Turquía y Gran Bretaña, constituye una prueba del parroquialismo y el provincianismo supinos que a lo largo de la historia le han impedido a Colombia ocupar un lugar propio en el mundo.  Ninguna crítica es tan fácil como la del “turismo presidencial”, según la cual el Presidente de la República debería quedarse en el país y dedicarse a resolver todos los problemas que lo aquejan -desde el invierno hasta las marchas estudiantiles-, en lugar de andar de paseo por lugares con los que Colombia no tiene “nada qué ver” (como Turquía) o perdiendo el tiempo en actos protocolarios y posando para las revistas del jet set (como en el Palacio de Buckingham con la reina Isabel).
Naturalmente, esta es una crítica falaz, construida sobre supuestos erróneos aunque taquilleros.
Para empezar, el Presidente gobierna igual, ya sea que esté en Londres o Ankara o en Chaparral o Zetaquirá.  Por otro lado, ningún problema se soluciona por el solo hecho de que el Presidente se apersone en el lugar de los hechos -como solía hacerlo algún otro inquilino de la Casa de Nariño- y empiece a dar órdenes y a manotear a diestra y siniestra, simulando un liderazgo y una eficacia nugatorios.
En segundo lugar, aunque Turquía esté lejos del altiplano, eso no significa que no sea una de las potencias emergentes más influyentes en la actualidad, un actor de crucial importancia geoestratégica, una economía dinámica y promisoria, y un país con el cual Colombia ha venido generando una agenda cada vez más amplia en varios terrenos (el militar, por ejemplo).  Más allá del hecho de compartir un acrónimo (Civets), la relación con Turquía puede ser una de las puertas para que Colombia diversifique y mejore las condiciones de su inserción internacional. Un eventual TLC, o la recíproca eliminación de visado, son cosas cuyo potencial no debería subestimarse.
Pero ante todo, estos viajes ofrecen una oportunidad para que el país diga ciertas cosas sobre ciertos temas, con una resonancia que no tendrían si se dijeran desde los Andes. Tal es el caso de las declaraciones de Santos sobre el modelo de lucha contra las drogas y la necesidad de someterlo a un examen y a un debate global.  Algo que ningún Presidente en ejercicio había dicho antes, y que quizá habrá que repetir en otros lugares del mundo.