Frustrado encuentro de dos mundos
Tomados en conjunto, el mundo árabe y Latinoamérica suman 54 Estados: algo más de la cuarta parte de la comunidad internacional. Su población agregada es casi de mil millones de habitantes. Su participación en el mercado mundial de materias primas y energía no es para nada desdeñable. Y aunque históricamente han estado confinados en la periferia del sistema internacional, su rol en él podría ser muy distinto en el futuro, a medida que vayan cristalizando los cambios y transformaciones geopolíticas actualmente en desarrollo.
Estas consideraciones se repitieron varias veces en el Foro Árabe-Latinoamericano organizado por la Fundación Global Democracia y Desarrollo (creada por el presidente dominicano Leonel Fernández), cuya convocatoria apoyaron varias universidades colombianas. Durante dos días se reunieron en Cartagena, procedentes de ambas regiones, representantes de diversos sectores (académico, cultural, empresarial, gubernamental, diplomático y filantrópico) para delinear una hoja de ruta sobre la cual “construir una alianza para el desarrollo y la paz”.
Entre el mundo árabe y Latinoamérica hay un acervo cultural común innegable: la hispanidad. Hay una experiencia geopolítica compartida: la de haber servido de piezas del juego de las superpotencias durante la Guerra Fría. Hay también una serie de desafíos relacionados con el fortalecimiento del Estado y de las instituciones, y con la compleja tarea de hacer la transición a la democracia y luego consolidarla, acerca de las cuales América Latina tiene mucho que decir a los pueblos protagonistas de la llamada “primavera árabe” -cuyo desenlace, por otro lado, es todavía incierto-. Y hay también un conjunto de oportunidades de inserción política y económica internacional que ambas partes del mundo podrían aprovechar aún mejor si logran niveles óptimos de concertación y diálogo sobre varios de los temas más acuciantes de la agenda contemporánea.
Todo esto fue objeto de debate en la Ciudad Heroica. Es una lástima que al final muchas de las iniciativas propuestas -por ejemplo en el plano de los intercambios académicos y científicos, como lo propuso la Universidad del Rosario- no fueran siquiera consideradas, y que la conferencia acabara capturada por el tema y los intereses palestinos, en un intento oportunista por hacer de ella una caja de resonancia de las reivindicaciones unilaterales de estatalidad que ha venido esgrimiendo la Autoridad Nacional Palestina en distintos frentes a lo largo de este año.
Ese no era el escenario. La agenda común árabe-latinoamericana va mucho más allá del contencioso israelo-palestino. Pero sobre todo es abusivo hacer ese tipo de proselitismo en un encuentro inspirado por un espíritu diferente y convocado con otros propósitos.