La prensa es como el aire nos rodea, nos asedia, está en todas partes y casi que resulta indispensable para vivir. Su facilidad arrastra a todo el mundo; niños, ancianos, cultos, ignorantes, mujeres y hombres. El libro seguramente es más perdurable, pero no ofrece la misma agilidad, comodidad y oportunidad.
Álvaro Gómez Hurtado escribió lo que sigue refiriéndose al diario El Tiempo “… Las palabras no son inocentes. Tienen su carga explosiva y anuncian los hechos. El mérito del buen periodista consiste en manejar con ponderación, equilibrio y serenidad la palabra escrita y no incitar a las reacciones explosivas…”
Aunque no faltaron las críticas a la política del “Frente Nacional”, todos reconocieron sus magníficas enseñanzas pedagógicas. La misma democracia no es otra cosa que “respetar la opinión del adversario”.
La junta directiva de El Tiempo, al colocar como director de este prestigioso diario a Andrés Mompotes, tuvo un gran acierto, por algunas razones, especialmente por su sólido profesionalismo. Existió la costumbre, con algunas excepciones, de escoger como orientador principal de espacios de opinión a figuras de gran trayectoria política, lo que constituía un grave error. La persona humana cuando logra un prestigio partidista, no siempre no puede sustraerse a sus antecedentes y a sus compromisos de grupo. Ser neutral, cuando están en juego valores entrañables, situaciones conectadas hondamente con nuestros afectos y sentimientos es complicado. Sobre todo, cuando estamos marcados por ideas determinadas y las hemos defendido siempre con beligerancia especial.
La ética del periodista es muy exigente. Comentemos someramente algunos de sus principios. Todo pueblo tiene derecho a estar informado con veracidad, con el mayor conocimiento posible del tema y con oportunidad.
El periodista de excepción “debe abrir mucho los ojos y cerrar mucho los oídos”. El método cartesiano es aconsejable y consiste en la autenticidad documental de lo que se expresa y en la lógica total.
Las hipótesis válidas sobre acontecimientos discutibles conviene exponerlas. Los silencios sobre cuestiones de interés pueden ser criticable.
Las rectificaciones fundamentales son prioritarias. Prevalece el interés público sobre el privado. Ofende a la opinión el sensacionalismo inútil y frívolo. La conciencia es el mejor juez del periodista.
En el periodismo si el hecho es intocable, la interpretación es libre. Hay que pensar con claridad y escribir con precisión.
El desempeño de cargos o dignidades puede restarle independencia al periodista.
El progreso de un país depende en gran parte de sus buenos órganos de expresión. La prensa bien entendida y atenta es como los ojos y los oídos de la sociedad.