Nada refleja con tanta fidelidad, el carácter de un personaje destacado, como la anécdota. De la velocidad mental de Winston Churchill, se cita la respuesta relampagueante que le dio a la parlamentaria Lady Astor, su férrea contrincante política. Era famosa la antipatía existente entre los dos. En un prestigioso coctel se encontraron frente a frente los dos líderes. La dama expresó: si yo fuere su esposa, maestro Churchill, arrojaría veneno en su whisky”, y éste muy risueño le contestó: “Y si yo fuera su marido, me lo tomaba”.
Belisario Betancur, como buen antioqueño, se distinguió por su absoluta sencillez. Hizo ostentación de la humildad de su familia campesina y recordaba las agotadoras jornadas acompañando a su progenitor como arriero de Amagá. Fue fruto de la más impresionante perseverancia. Personalidad excepcional. Ascendió por los escalones de la más genuina meritocracia, hasta lograr codearse con los grandes de Colombia. Este compatriota como Marco Fidel Suárez fue el mejor entre los primeros, en muchos ambientes encumbrados.
Las anécdotas son para contarlas. Con frecuencia se cuestiona la autenticidad de la paternidad. Belisario admiró a los poetas y escribió versos interesantes. Recordaba fragmentos sueltos y recitaba estrofas de poesías muy conocidas. Como gran admirador de Eduardo Carranza, le pidió a su canciller Augusto Ramírez Ocampo que en un almuerzo le ofreciera una posición de relieve. En el encuentro dijo el ministro al invitado Carranza, mostrándole la carta: “qué le provoca?” Y éste en el acto respondió: “Me provoca algo, pero en el extranjero”.
Los apuntes del expresidente Betancur son muy graciosos. Opinaba: “Los libros clásicos y las obras de los amigos son para elogiarlos, no para leerlos… “Su exposición me hizo cambiar de opinión, pero no de voto”. “Si en esta tercera candidatura a la presidencia salgo de nuevo derrotado, pido se coloque una lápida sobre mi tumba que diga: “Aquí yace Belisario Betancur, futuro presidente de Colombia”.
Con fortuna recitaba versos bellísimos. De Carranza: “Todo fue como el vino derramado sobre la porosa tierra del olvido”. De León de Greiff: “Esta rosa fue testigo de cuando fuiste mía, el día si lo sé, más no lo digo… Esta rosa fue testigo”. “El mar es el cadáver de muchos ríos que se ahogaron”. “Alza la copa y bebe, que mañana no habrá vino en tu copa ni en la mía…” “En la caída hay que hacer el gesto grande”. Es más trascendental, afirmaba: “somos que lo que tenemos”.
Hablando con honestidad nadie puede demostrar plenamente la veracidad de ciertos episodios. Se explicó que no era de Ospina Pérez la frase “Es mejor un presidente muerto que un presidente fugitivo”. Pero lo que vale es el valor y coraje con que la expresó el 9 de abril de 1948.