Hace rato que no escribo sobre política, por dos razones fundamentales: la primera, porque mi tarea es reflexionar sobre el amor e infortunadamente la politiquería que nos ronda es ajena a él, pues se mueve alrededor de las pasiones de quienes la ejercen, con afortunadas y escasas excepciones que confirman la regla; la segunda, porque en estas líneas hice en mis primeros años de columnista bastante crítica política, con resultados estériles pues todo aquello que criticaba creció de forma exponencial alcanzando niveles nunca antes vistos, probablemente no porque no existieran sino porque ahora todo es visible más rápidamente.
Pese a todo lo anterior hoy me doy una licencia pues, a pesar de que lo observable en la realidad es en su mayoría fuente de frustración, sigo creyendo que la política ejercida con amor -es decir, firmeza, compromiso, respeto, mesura y transparencia- nos podrá conducir a lugares mucho mejores que los actuales. Esa es la política que ha ejercido Ángela María Robledo en su exitoso y reconocido paso por la Cámara de Representantes, acompañada por equipos de trabajo de excelencia los cuales han demostrado que hacer política en forma clara, decidida y limpia sí es posible, a pesar de las dificultades del entorno. Los resultados del compromiso social de la Representante Robledo han sido su mejor carta de presentación, en lo privado y lo público, como lo evidencian sus gestiones en la Fundación Antonio Restrepo Barco, la Dirección del Departamento Administrativo de Bienestar Social del Distrito Capital (hoy Secretaría de Integración Social), la decanatura académica de la facultad de psicología de la Universidad Javeriana y, ahora, como congresista.
Ángela María conoce muy bien el país: seres humanos, territorios, necesidades, obstáculos y potencialidades. Sabe las claves para que salgamos de los atolladeros en los que estamos, pues su trabajo ha sido fundamental para la inclusión social de comunidades ancestralmente marginadas, así como para la firma del acuerdo de paz con las Farc. Fue copresidenta de la Comisión de Paz y participó en la formulación de más de cincuenta leyes en pro del reconocimiento y reivindicación de los derechos y la mejora de la calidad de vida de las personas, en especial de niñas, niños, jóvenes y mujeres. La representante Robledo combina magistralmente el análisis académico, la investigación profunda y el trabajo legislativo, los cuales han redundado en propuestas que nos humanizan.
Ángela María, has anunciado tu retiro, lo cual nos entristece. Sabemos lo difícil que ha sido tu paso por un Congreso de la República cada vez más cuestionado y corrupto, en el cual has brillado con luz propia, sin necesidad de opacar a nadie, cazar peleas personales o hacer algo diferente a lo que sabes hacer, con amor y excelencia. Pero, como bien lo dijera el profesor Antanas Mockus, te necesitamos en Bogotá; yo agrego que en Colombia. Somos muchos quienes te acompañaríamos en el camino hacia la Presidencia de la República, en donde nos honrarías con tu experiencia, liderazgo y dirección. Por favor, considéralo. ¡Estamos a tiempo!