En medio de los aberrantes e indignantes hechos de corrupción que frecuentemente se evidencian en los más altos niveles jerárquicos de la administración pública y privada, pareciera ser que se ha perdido el norte y no se tuviese en quién confiar; sin embargo, hay esfuerzos personales e institucionales que bien vale la pena resaltar, con el fin de ofrecer una versión distinta al país y así tener un referente que permita volver a recuperar las esperanzas.
En tal sentido, un escenario de honorabilidad y transparencia que ilustra nuestro planteamiento es la Bolsa Mercantil de Colombia hoy día, donde el subyacente de sus negocios es la confianza. Esta empresa, el 3 de agosto pasado, luego de superar todas las dificultades que se pudieron haber interpuesto en su camino, cumplió 38 años de existencia. Nació con el apoyo del Estado para servir a los agricultores de Colombia con el nombre de Bolsa Nacional Agropecuaria y como una Sociedad Anónima de Economía Mixta con participación oficial del 70%, la cual ha ido modificándose y ahora es apenas del 12%, mientras el resto del capital accionario es privado, pero el Gobierno continúa actuando como facilitador apoyando sus iniciativas y emprendimientos, además de tener la vigilancia de la Superintendencia Financiera de Colombia.
Las cosas importantes no son fáciles de alcanzar. Quizás pueda decirse que entre más difíciles son más importantes; y por supuesto, llevar esta empresa al momento actual no ha sido fácil. De ahí su importancia. Muchos años, casi vidas enteras, se han entregado al servicio de tan noble causa; razón por la cual, se ha dicho que no puede ser inferior a los retos que depara el presente y el futuro de Colombia. Consigna que comparten conjuntamente Accionistas, Administración, Comisionistas y Mandantes de manera corporativa y sinérgica, donde cada quien aporta lo suyo en pos de un objetivo común.
Lo fundamental aquí y ahora es que en Colombia, en todas las organizaciones, pudiesen surgir compromisos similares, en un momento en el que se necesita de la unión, la concordia, el respeto pero por encima de todo, de la honorabilidad y la transparencia para plantear pensamientos constructivos y de buena fe dentro del rigor de las normas y con el sello indeleble de la buena conducta de empresarios y dirigentes del brazo de los empleados a su cargo.
Tan valioso es por supuesto, el aporte de uno, como el de todos en su conjunto. En ese orden de ideas, la Arquitectura de Control que es un aspecto fundamental del Buen Gobierno Corporativo que opera allí, contribuye al logro de los objetivos de la organización, al garantizar sus actuaciones y decisiones dentro de un comportamiento ético imprescindible.
Así las cosas, el control interno de las empresas llamadas a formar parte de este colectivo, con la supervisión, el monitoreo y los indicadores de gestión; además de los principios y reglas que obligan a sus Juntas Directivas, la Alta Gerencia y su Auditoría, son parte del catálogo a seguir.