El 20 de mayo cuatro menores indígenas fueron asesinados por una de las disidencias de las Farc en Putumayo y cómo sería de infame el hecho, que hasta el propio Petro lo calificó de “crimen atroz” y en represalia suspendió el cese al fuego con esa guerrillerada, la que replicó, de inmediato: “El rompimiento unilateral desatará la guerra y se multiplicarán los muertos, heridos y prisioneros”; a la vera del camino de Riohacha acaban de encontrar en costales restos de cinco personas; Indepaz habla de 37 masacres en el 2023, con 124 víctimas; Medicina Legal reveló que, entre enero y marzo de 2023, en el país se han registrado 4.067 muertes violentas, de las cuales 2.231 corresponden a homicidios y 482 a suicidios; según la Defensoría del Pueblo, más de 1.000 defensores de derechos humanos y líderes sociales han sido asesinados en Colombia desde 2016; por día en Colombia fallecen de manera violenta más de 50 personas, y la representante del Alto Comisionado de la ONU para los DDHH señala que en 2022 la violencia guerrillera llegó a los niveles previos al Acuerdo de Paz Farc-Santos, en 2016.
Y uno se pregunta: ¿No dizque había firmado la paz con esa guerrilla? ¿Por qué no nombran al señor Nobel como Comisionado ad-hoc para que vuelva a hacer la paz, para que baraje y reparta de nuevo? 40 disidencias a 2022, con al menos 4.500 alzados en armas, dice Indepaz. Entonces, ¿Qué paz fue la que firmaron y con quiénes? ¿Sería para mandar impunemente a unos cuantos actores de crímenes atroces al Congreso de la República para fabricar leyes, después de la siesta? Y viene ahora un presidente a ordenar, vía Twitter, la “Paz Total” (que en The Economist tradujeron como “Total Chaos”) …
El presidente, que vive como en Marte, en órbita cercana a la ministra Irene, conectado a tierra solamente por un aparato celular, le dio por abrir espacios de negociación con guerrilleros, disidencias, clanes y demás narcotraficantes y recientemente puso en duda la unidad de mando Eln y señaló que “ya no es un grupo insurgente como antaño, ahora está peleando territorio por la economía ilícita”. Pues se enredó por ponerse a decir la verdad y le pasó lo que al cantante Julio Iglesias: “De tanto ocultar la verdad con mentiras, me engañé sin saber que era yo quien perdía”. Y ahora los elenos le reclaman por “el trato irrespetuoso y estigmatizante” (sic) y lo amenazan con levantarse de la mesa de diálogo (servida en La Habana, donde come mejor el que dé el más grande “mordisco”).
Petro se puso a estigmatizar la normatividad penal contra el narcotráfico y contra la insurgencia, a los actores armados ilegales los encumbró, los graduó de legítimos contradictores, le dio rienda suelta a su accionar violento, inundaron de coca la tierra (gasolina de la guerra), el proceso se le salió de madre, ya no lo puede controlar optando, en cambio, por la vía fácil: desmantelar y dejar sin gasolina las Fuerzas Armadas para que el país entero quede al garete, llevado del mismísimo diablo.
Post-it. Y otro dato: en Cimitarra, Santander, sujetos del Clan del Golfo amenazaron a los profesores de un colegio para que dejen de dar clase a los estudiantes, pues quieren que se queden incultos y así les resulte más fácil enrolarlos en la guerrilla.