Los jerarcas de los partidos tradicionales colombianos, en su mayoría, se equivocaron al analizar al actual gobernante cuando llegó al poder, por lo que no vacilaron en entrar a colaborar en su gobierno, quizá calculando que lo podían manejar. Ya se sabía que inmensas cantidades de dinero de fondos oscuros habían entrado a la campaña ganadora. Como por lo general esos temas electorales candentes pasan a esa misma competencia y magistratura, se estima que allí no pasa nada. Pese a los escándalos que se dieron entre el embajador de Colombia en Venezuela y la secretaria de confianza del gobernante, que millones de personas conocieron por los diversos canales de la televisión, los noticieros y los diversos sistemas de comunicación, incluidas las redes sociales, ambos siguen en la nómina.
Posteriormente vino el choque de trenes de la Fiscalía y el gobernante, al entrar la misma a investigar la entrada de dineros ilegales o no declarados a la campaña presidencial. Es archiconocido el lío del hijo del gobernante, en ruptura con su compañera, que declara en su contra y las fotos de ambos en casi todos los medios de comunicación cantando en dúo en la Fiscalía, no precisamente a favor del gobernante. Mientras en los últimos días se conoce que el hijo se retractó y sostiene que lo presionaron en la Fiscalía para decir lo que dijo. El intento de demandar esos hechos y procurar su nulidad fracasa y el juicio sigue su curso.
A esos temas escabrosos de la familia presidencial se suman otros de distintos familiares, incluso de protesta por los gastos de la primera dama o su presencia en bailes populares o en actos públicos en el exterior. Y se habla de su influjo sobre el gobernante, asunto que se torna quisquilloso en la medida que es de reconocer que casi todas las esposas influyen sobre sus maridos. Unas lo suelen hacer en el silencio del hogar, otras más abiertamente. En cualquier caso, la mujer suele influir sobre el hombre y viceversa. El hecho de que la mujer de la costa por lo general sea más extrovertida, no quiere decir que influya más que las damas del interior. El hecho de ser mujeres les da una ventaja sicológica, en cuanto instintivamente tienden a conocer mejor al hombre y saben en qué momento pueden seducir. Así qué en ese aspecto, mientras la pareja del gobernante no cometa nada ilícito, los intentos de eliminar su influjo son vanos. En lo que sí tiene que ver el influjo de la primera dama es en el nombramiento de parientes, amigos y elementos de diversa índole que aparecen en la nómina oficial. Lo que no es un delito en sí mismo, pero puede dar lugar a sospechas, situaciones confusas y escándalos.
El problema real más palpitante es que el gobierno por cuenta de sus avances en materia de agitación y demagogia, bajo el impulso del verbo presidencial según su estado de ánimo, le viene haciendo grave daño. El gobernante se declara de la primera línea y para demostrarlo nombra a una serie de personajes de esa extrema y minúscula agrupación, que tienen reconocida experiencia como agitadores y casi ninguna como aquilatados funcionarios públicos. Uno de tantos ha sido el Superintendente de Salud, el cual al tomar medidas extremas y, quizás, ilegales contra las empresas que prestan el servicio en este país, junto con la falta de los consabidos pagos a tiempo por cuenta de la guerra que les declaró el ministro de Salud, que han causado un trastorno total en esas entidades de las que depende el futuro saludable y la atención médica de millones de colombianos. Las gentes sensatas se preguntan cuántos muertos va causar la guerra declarada del gobernante contra esas empresas. Si viniese otra pandemia, muy seguramente no estarían en la misma capacidad de salvar millones de vidas, como ocurrió gracias a la oportuna vacunación en el gobierno pasado y el pago oportuno a las empresas de salud.
Si algo debemos reconocer los colombianos es la excelencia de nuestros médicos, algunos entre los mejores del planeta, lo que determina que miles de pacientes vengan al país a que los atiendan. Por supuesto, eso tiene que ver con buenas universidades, calificados profesores, buenos hospitales y clínicas, como con la mística de los profesionales que salvan vidas y atienden a nuestra población en el conjunto variado de clases sociales. Esa es una gran conquista social de la democracia, intentar minar el sistema para derivar en un aborto como el sistema social de Cuba, va poner a la gran masa de la población en contra del gobierno, que ya viene de capa caída desde las pasadas elecciones municipales, donde ganó el voto de opinión por la democracia. Es de esperar que en las instancias judiciales del caso se recupere en algo la prestancia de la salud en Colombia.