Celebrar el triunfo con frases desobligantes o irreverentes contra quienes no coincidieron con el triunfo de Gustavo Petro como Presidente, no es lo más sano e inteligente para un país que necesita reconciliarse después de una dura campaña llena de ultrajes e improperios entre los seguidores de cada uno de los candidatos.
Siendo imposible más bien, hacer caso omiso a la invitación a concertar emprendimientos para bien de todos los colombianos.
Por ello la expresión debe ser un ¡Viva Colombia!
El domingo en la noche, a pocas horas de finalizadas las elecciones, portadores de malos pensamientos ya andaban pregonando, que "los votantes de Petro irían a tener que caminar toda su vida por el mundo, pidiendo limosnas para sus hijos y nietos", lo cual está lejos de ser una manifestación amable y más bien es una injusta "maldición gitana" a título de retaliación por el simple hecho de haberlos vencido democráticamente.
Otra "joyita" de esos propagadores de malos deseos, recomendó a los empresarios aprovechar ahora, antes de tener que pagar al estado el 70% de sus utilidades y su empresa se vuelva insostenible, si es que no expropiada.
Manifestaciones que solo reflejan una ignorancia crasa sobre el contenido real de la propuesta de gobierno y más bien, consecuencia de una campaña de miedo, amenazas, desesperanza, y construcción imaginaria del caos para intimidar sicológicamente al electorado, con el fin de adiestrarlo para "votar con rabia" como se hizo con el Np y que, por fortuna, en esta ocasión no les funcionó.
Que dejen su resentimiento atrás y permitan avanzar a un gobierno de apertura política, de mayor participación ciudadana, de justicia social. Entender, además, que lo ambiental deberá cotejarse entre lo ideal y lo posible, y la parte económica dependerá mucho del equipo técnico que le acompañe. Los cambios que se alcancen a hacer obviamente serán graduales para evitar que por imprudencias, insensatez y afán haya un colapso innecesario.
Debe quedar claro, igualmente, que el voto por Petro no fue un cheque en blanco.
Pasado el triunfo tendrán que iniciarse las transformaciones esperadas, reservándose cada ciudadano el derecho al disenso cuando sea necesario.
Se trata de una aspiración que incluye diversos matices y grandes expectativas.
Que a pesar de las "aves de mal agüero" que, entre otros de sus temores, aún creen que al país le pueda sobrevenir la misma suerte de los venezolanos. Para cuya tranquilidad podrían leer al historiador y académico inglés Malcolm Deas, quién en reciente diálogo con Semana consideró que “No es tan fácil venezolanizar a Colombia” y que el país no está frente al fin del mundo o ante una catástrofe. Por el contrario, nos desea la mejor suerte.
La prioridad está en desmontar la corrupción empotrada por más de 20 años. Llegó el momento de pasar la página y entrar en un nuevo escenario.
Colombia tiene mucha gente capacitada, preparada y lista para asumir las riendas, solo requería de la oportunidad para hacerlo y ahora la tenemos. ¡Viva Colombia!
*Exgobernador del Tolima