Bogotá indigente | El Nuevo Siglo
Miércoles, 6 de Enero de 2021

Bogotá en el pasado siglo se caracterizó por los “gamines”, término venido del francés muchacho. Criaturas entre los 5 y 15 años en pequeñas cuadrillas que robaban y pedían dinero en la calle donde dormían y pasaban sus vidas buscando alimento de las basuras. Organizaciones de caridad como los hogares del padre Nicoló, Niños de los Andes y otras tantas se ocuparon de recoger a esos muchachos para socializarlos y hacer de ellos personas dignas y válidas. Fue así como miles ingresaron a una vida útil y de valores.

No obstante estas buenas obras, eran muchos más los que surgían, los niños crecían y mientras se rehabilitaban 10, aparecían 100 más en las calles y esto dado a tránsito a inhalar pegantes o consumir drogas como la marihuana, el bazuco y otras tantas derivadas de la industria del narcotráfico, pues ante la desolación el habitante de la calle se refugia en esos estimulantes, enviciándolos y esclavizándolos como agentes vendedores para contar con sus dosis personales y distribuir en el micro tráfico los estupefacientes.

Esto de una parte, por otro lado la indigencia obligó a ancianos y discapacitados a entrar en el mercado de la limosna, viejitos y parejas en condiciones de pobreza extrema se botaron a la calle, en los semáforos a pedir ayuda. A esto se le suma las inmensas migraciones de venezolanos de toda condición, niños, jóvenes, mujeres y viejos que obligados a abandonar su país, llegaron a las calles de Bogotá y también de muchas otras ciudades.

El censo de habitantes de la calle en Bogotá no es muy exacto, se habla de 40 mil, otros indican que pasan de los 100 mil y hay quienes dicen que hay más de un millón de indigentes. Sea cual sea la realidad el hecho es que se ven en las calles, los semáforos son estaciones privilegiadas de grupos, familias y ancianos vendiendo algo o pidiendo limosna. Pero la realidad es que la capital tiene un problema de enormes proporciones al que la Administración trata de buscar atención, lo mismo que organizaciones sociales, pero se vislumbra su crecimiento antes que su disminución.

Teniendo en cuenta que la indigencia es no tener lo mínimo para vivir, ésta no solo se representa en aquellos que habitan en la calle, son miles más por no decir millones, quienes tienen algún techo pero carecen de servicios, alimentos, educación, abrigo y salud. Es solo ver los barrios marginados, las ocupaciones ilegales con cambuches donde permanecen conglomerados humanos viendo de qué manera sobreviven.

Bogotá debe hacer un replanteamiento en su política social, los ingresos fiscales de la ciudad, siendo mejor replanteados podrían crear trabajo y empleo a gran parte de esa población, pues no se trata solo de brindar la asistencia alimentaria, ni un techo, es la dignificación de esa sociedad indigente que podría ser productiva y útil a la sociedad. El reto consiste en crear mayor riqueza para disminuir la pobreza, no dando el pescado sino enseñando a pescar.

arangodiego@hotmail.com