Vivimos en un país extraordinario, donde cada día surgen momentos gloriosos, que nos hacen ver un país en paz, logrado con sacrificios y fruto de unos diálogos intensos.
Hemos recorrido un buen camino, como decía Antonio Machado “caminante no hay camino, se hace camino andar”
Todo ha sido un proceso iniciado en el gobierno de Andrés Pastrana, seguido por Álvaro Uribe y concluido por Juan Manuel Santos. Andrés Pastrana logró quitarles la máscara a unos personajes que fungían de humildes campesinos, que conmovían al pueblo proclamando una lucha revolucionaria contra la oligarquía, que le hacían creer al mundo internacional que Colombia era un país violador de los derechos humanos.
Estos guerrilleros abusaron de los diálogos realizados en San Vicente del Caguán y desaprovecharon una excelente oportunidad para firmar la paz, pues continuaron secuestrando, asesinando gente inocente.
El pueblo lleno de ira, sintiéndose traicionado, encontró en Álvaro Uribe un nuevo líder que podía exterminar a estos traidores. Uribe efectivamente los combatió a sangre y fuego, logrando terminar con las pescas milagrosas y se pudo volver a andar por las carreteras sin ningún temor.
Afligidos estos camaradas por su debilitamiento, encontraron una nueva esperanza para continuar con sus propósitos de llegar al poder por la vía democrática, se entregaron entonces a Juan Manuel Santos.
Momentos históricos para nuestra nación, entregan las armas, se ubican en las zonas veredales, en las que se quieren quedar, Timochenko lo advertía muy bien en el Teatro Colón “se inicia una transición” y nuestro presidente obtiene el Nobel de Paz.
Observamos ahora que las zonas veredales se han convertido en un camino despejado para llegar al poder. Desde allí citan a los alcaldes de la región para elaborar los planes de desarrollo. Con el visto bueno de la Corte Constitucional se tramitan leyes a su favor rápidamente mediante el fast track, logrando así la amnistía, seguridad jurídica de los acuerdos, y la obtención de unas curules en el Congreso de la República.
Desconfiando del aparato judicial del Estado colombiano aceptaron la creación de la JEP, que se ocuparia de la situación judicial de los miembros de las Farc.
A las claras vemos que se están comportando como el Bufón en la fábula de La Fontaine, para llegar al poder. “Era el Bufón goloso, y que quiso la desgracia que unos peces pequeños le tocaran delante. Muy distante de peces gordos un gran plato había. El goloso Bufón, que se moría por comerlos, tomó con el cuchillo un pez muy menudito: dio a entender que le hablaba al oído, y que escuchaba sus respuestas. La gente le imaginó un demente. El Bufón aseguraba, que mejor los peces gordos le darían respuestas ciertas, entonces sus compañeros de mesa escogieron el pescado más gordo, y se lo dieron”.