CAMILO HERRERA MORA | El Nuevo Siglo
Sábado, 21 de Abril de 2012

En Derecho

 

Las últimas semanas el país ha presenciado cómo se han dado fallos en Derecho, donde simplemente no hay derecho que eso pase.

Por diversas razones y condiciones de las leyes en Colombia, y en particular en los procesos donde se logran acuerdos con la Fiscalía, los criminales son condenados de manera irrisoria causando el repudio de la opinión pública y generando la jurisprudencia necesaria para que este proceso continúe por la preexistencia de sentencias de este tipo.

Un criminal hoy en Colombia no tiene más que motivaciones para delinquir, porque la probabilidad de ser capturado es muy baja y si esto pasa, existen formas para tener condenas mínimas. Esto claramente es una asimetría social fundamental, porque simplemente el que delinque tiene un bajo riesgo de ser castigado y esto, al final, debe ser comprendido como un subsidio al crimen, como en el caso de los carros que hacen doble fila en el giro de semáforo, donde incumplir la norma permite ganar tiempo y cumplirla no.

Esto no puede continuar o de lo contrario las personas que hacen las cosas bien y correctamente se verán motivadas a dejar de hacerlo, y el pie de fuerza de la Fuerza Pública que está definido -entre otras cosas- en función de una población no criminal, simplemente se verá superado por el reto de controlar a más personas dispuestas a violar la ley.

La Justicia no sólo es la garantía de protección de los derechos, sino un ejercicio de disuasión al criminal, que parece que se ha diluido en el país.

Los ciudadanos no apropian las normas por fenómenos como éstos, porque saben que al final las leyes aplican para los que no tengan un buen abogado; y causa que la relación del ciudadano con la ley no sea de respeto ni de costo beneficio de cumplirla, sino de análisis de probabilidad de ser condenado justamente, y esto claramente es un incentivo perverso.

Son muchas las instituciones perversas que se han creado en el país como consecuencia del actuar ineficiente de las instituciones oficiales y esto ha cambiado nuestra realidad de una manera profunda y por ende nuestro comportamiento.

El Derecho en el país debe volver a ser derecho, inflexible, incorruptible, implacable, pero ante nuestras propias decisiones es simplemente una víctima de su ineficiencia.

Colombianada. No hay nada más perverso que ver cómo la carga de la prueba aplasta al Estado pese a una captura en flagrancia.

@consumiendo