Viernes, 10 de Febrero de 2012
Arranquen con pie derecho
Algo podría servir en este momento en Bogotá la experiencia adquirida en el 2010 cuando la Alcaldía de Cali, a través de su Oficina de Inclusión Social, pretendió implementar en los colegios públicos de la ciudad una cátedra de Educación Sexual y de Género llamada “Con la diversidad sexual y de género ¡Todo Bien!”
El escándalo suscitado en su momento infortunadamente desvió un poco el rumbo de la discusión, el cual se centraba en la necesaria objetividad en la educación de niños y jóvenes, además de la idoneidad de quienes imparten a ellos educación sobre diversidad sexual y de género. No obstante el ruido en el contorno, se logró que el Ministerio de Educación retirara el programa porque no se sujetaba ni al enfoque ni al marco normativo de lo establecido en su Programa para la Educación Sexual y Construcción de Ciudadanía (Pescc).
Como afirmé en ese momento y sostengo esa posición al día de hoy, enseñar a nuestra niñez tolerancia y respeto para con la diversidad de género y las diferencias sexuales es fundamental en el mundo actual, donde las realidades han cambiado de manera sustancial y para siempre. Sin embargo, en el caso de la guía para docentes, las cartillas y el CD creados en Cali por grupos activistas en temas de género, la objetividad estaba en entredicho en la medida en que lejos de concentrarse en lo trascendental, promovía la noción de que es normal transitar por los géneros y que “la sexualidad humana es un continuum de distintas variantes, es decir, una permanente variación de alternativas disponibles de sexo/género con las que podemos identificarnos y en las cuales habitamos”.
La conclusión en Cali después de debates en medios de comunicación, foros, y mucha polémica al respecto, fue en primer lugar, que el interés supremo de todos debe centrarse en los niños; en segundo lugar, para lograr una educación objetiva y de calidad tal y como lo exige el Pescc, la construcción de una cátedra de este tipo debe tener una participación interdisciplinaria y el grupo debe estar conformado no sólo por activistas y ONG dedicadas a temas de género, sino sexólogos, educadores, sicólogos, padres de familia, comunicadores y congresistas conocedores del tema.
En nada aporta a lo anterior asumir actitudes defensivas ni agresivas frente a quienes cuestionan la idoneidad de las cátedras propuestas. Si se quiere promover inclusión y respeto, lo es esencial es que exista entre quienes la trabajan y divulgan. De lo contrario, se arranca con el pie izquierdo.
@CarlinaToledoP