La maldita duda
Desde su fundación en 1855 la Universidad Penn State no había tenido una crisis igual a la que vivió a finales del año pasado a raíz del escándalo por abusos sexuales de Jerry Sandusky, el entrenador asistente del equipo de fútbol americano.
Acorde con la línea de tiempo trazada en el caso en mención, hay unos indicios claros de un comportamiento delictivo por parte de Sandusky desde 1998 cuando después de un entrenamiento dejó en su casa con el pelo mojado a un niño. Sandusky también tenía el pelo mojado. Ambos venían de las duchas de Penn State y el pequeño hacía parte de un grupo llamado The Second Mile, fundado por Sandusky con el fin de ayudar a niños con familias ausentes o disfuncionales.
En esa ocasión la madre del niño reportó sus sospechas a la policía universitaria y aunque el entrenador declaró que sí se bañaba desnudo en las duchas con otros beneficiarios de The Second Mile, y que además durante el baño los abrazaba, el caso se cierra y Sandusky sigue con su vida y con sus duchas. En 2000 es visto por un aseador temporal practicándole sexo oral a un niño, pero éste no denuncia el hecho, y en 2002 un estudiante lo descubre violando a otro niño, reporta el incidente y la respuesta del Director Atlético y el Vicepresidente Financiero de la institución es quitarle las llaves de las duchas a quien en ese entonces ya es exentrenador del equipo con estatus de emérito.
La línea del tiempo es también una de negligencias y negaciones por parte de quienes han podido ponerle punto final desde hace muchos años a un delincuente que tenía todo un montaje para hacer de las suyas con niños indefensos y vulnerables.
El domingo Washington Post publicó una extensa entrevista a Joe Paterno, quien fue durante 30 años entrenador jefe. Con Sandusky llevaron al equipo a momentos gloriosos. Paterno supo por primera vez que algo sucedía en 2002 y lo reportó a sus superiores como debía. Su error fue la duda y no haber hecho seguimiento a lo que se constituía como un abierto delito.
Evidentemente tanto en Penn State como en las veredas más recónditas de Colombia, nos falta mucha educación respecto de la gravedad de un abuso sexual. En general las personas cuando se ven enfrentadas a un caso de estos siguen pensando como Paterno: “Tenemos un problema, creo” y esa es la duda que mata.
@CarlinaToledoP