CARLOS ALBERTO ESTEFAN UPEGUI | El Nuevo Siglo
Viernes, 18 de Mayo de 2012

Ganadores y perdedores

 

“Entre los principales objetivos de un TLC se encuentran la eliminación de barreras arancelarias para facilitar el intercambio comercial, incremento de oportunidades de inversión, procesos para estimular y mejorar la producción nacional, además del fomento a la cooperación internacional; de esta manera, al formar parte de un mercado ampliado, cada país eleva su ingreso nacional real utilizando eficientemente sus recursos”.

Con esa filosofía los Tratados de Libre Comercio no tendrían objeción y representarían una excelente decisión de parte de quienes participan en ellos; no obstante, para el caso colombiano con los EE.UU., son muchos los productores nacionales a quienes les asiste temor de perder el mercado doméstico por cuenta de las firmas que ingresen al país, en contrapeso con las dificultades que igualmente les significa incursionar en el exterior aun sin aranceles, debido a las exigencias de los consumidores, tanto en aspectos sanitarios, de inocuidad y trazabilidad, como de calidad, presentación y empaque, precios y variaciones en el valor de la divisa, etc.; además de tener que competir simultáneamente con proveedores de otros países con los que EE.UU. también ha firmado tratados semejantes.

Se supone que los negociadores fueron conscientes de lo que se veía venir, con mayor razón si actuaron de la mano de los gremios y empresarios, procurando para sus representados la mejor determinación; y luego de varias rondas de aclaraciones y ajustes, se esperaba que el país resultara favorecido.

Algunos salieron mal librados, tal como sucede con quienes hoy se quejan habiendo tenido la oportunidad de negociar mejor y no lo hicieron.

En procura de mejorar competitividad, el país tendrá que recurrir a sus ventajas comparativas desde el punto de vista geográfico, aprovechando la salida a los dos océanos, la disponibilidad de fuentes minero-energéticas, y particularmente a su ubicación en la franja ecuatorial, para ofertar lo que países de diferentes latitudes no posean.

Los sectores más atrasados tendrán que modernizar sus procesos mediante la importación de maquinaria y equipo. Igualmente, los empresarios deberán elevar su capacidad de gestión y eficiencia, pues lo que antes fue una actividad de corte doméstico, ahora exige acuerdos y fusiones que incorporen la cadena productiva, la transformación y la comercialización a los grandes conglomerados.

Para concluir, digamos que mientras el exministro Botero del gobierno de Uribe sostenía que “(…) el Tratado con Estados Unidos es constitucional porque cumple con los principios de equidad, reciprocidad y conveniencia, establecidos en la Carta Política para este tipo de procesos”, en el momento actual el país sabe muy bien que así como hay ganadores, los perdedores van a ser más, con el agravante de llegar a entregar el mercado interno, sin obtener nada a cambio en el externo.

*Exgobernador del Tolima