CARLOS ALFONSO VELÁSQUEZ* | El Nuevo Siglo
Domingo, 7 de Abril de 2013

Congelar negociación con Farc

“…La personalidad de los déspotas suele tener rasgos en común y quizá la primera condición es aprovecharse de la ingenuidad e inseguridad de las masas. También de la debilidad, desunión y contradicciones de la sociedad, lo mismo que de la fragilidad e inoperancia de las instituciones democráticas…”
Lo anterior es parte del tercer párrafo del editorial del 2 de abril de este periódico. Cuando leyéndolo arribé a él, llegué a pensar que El Nuevo Siglo había decidido desnudar el talante del expresidente Uribe, pero me equivoqué, el escrito estaba dedicado al Presidente del Ecuador Rafael Correa.
Entonces pensé que quizás por las últimas posturas del ex presidente Pastrana, el editorialista había cambiado de idea para no tener que enfrentar las reacciones no sólo del “uribismo”, sino de otros sectores de opinión, pues estos se vendrían “lanza en ristre” haciendo ver la muy poca altura - si alguna- que mostró el expresidente. Incluso no hubiera faltado el copartidario que al recordar las elecciones populares de que ha sido objeto Pastrana, desempolvara, esgrimiendo su validez, aquella sentencia de Burke: “el pueblo tiene derecho a ser bien gobernado, no a elegir quien lo gobierne”.
En fin…, de todas maneras, el daño al clima de opinión respecto a la negociación con las Farc ya quedó hecho y lo peor es que es muy pero muy poco probable que se pueda reversar. Veamos.
Por una parte, aunque los principales medios y buena parte de formadores de la opinión desaprobaron las actitudes y posturas de los dos expresidentes, estamos hablando de la “opinión publicada”. Aquella que frecuentemente no coincide con la “opinión pública” como lo muestran los niveles de popularidad que, al parecer, aún mantiene Uribe.
Por otra, pese a que los principales argumentos de Uribe y Pastrana tienen su parte de verdad y merecerían ser debatidos racionalmente, ninguno de los expresidentes, ni sus seguidores - incluso ni el mismo Santos y sus ministros- han mostrado tener la disposición para hacerlo, y menos frente a un debate electoral a la presidencia que arrancó muy temprano.
Alguien podría decir que la nueva estrategia de comunicación del Gobierno facilitará blindar la mesa de La Habana, lo cual es válido pero dudo - y mucho- que así ocurra. Es que el problema, mucho más que de estrategia de comunicación, es de verdadera estrategia para terminar el conflicto. Aún más, el problema también es de convicción. ¿Está Santos convencido?
Ahora bien, como de todas maneras la paz que se seguiría construyendo después de negociar con las Farc es un bien común por excelencia que pertenece a la Nación, la única alternativa que va quedando para de verdad blindar la mesa de negociación, es que surja una presión ciudadana para que desde ya se acuerde que esté en lo que esté la mesa de La Habana el próximo 1 de Octubre, ésta quede congelada hasta que pasen las elecciones de un nuevo presidente, o se re-elija el actual.
*Profesor e investigador dela U. de la Sabana