CARLOS ALFONSO VELÁSQUEZ | El Nuevo Siglo
Lunes, 17 de Septiembre de 2012

Oxigenando a las guerrillas

 

En momentos en que el contexto Político (con mayúscula) incide más a favor que en contra de la terminación del conflicto armado, aparecen BACHES (también con mayúscula) procedentes de donde menos se espera. Me refiero al cierre de la entrevista del exvicepresidente Santos a María Jimena Duzán en Semana, que así exprese una verdad incompleta, oxigena el discurso de los jefes guerrilleros, de los mismos que se disponen a negociar.

Más allá de que el presidente Santos haya sabido interpretar el momento histórico, uno de los aspectos que más gravitan en la posibilidad de cerrar el conflicto armado es el que el Estado colombiano haya recuperado o alcanzado cotas de legitimidad suficientes para considerarlo no un “Estado fallido” sino uno “suficientemente fuerte”. En efecto, hagamos una somera comparación entre el Estado de mediados de 1998 -cuando estábamos ad portas de iniciar el proceso del Caguán- y el de nuestros días.

En ese entonces teníamos un Poder Ejecutivo ocupado por un Presidente llegando al final de su mandato después de 4 años en los que a duras penas pudo ejercer el cargo enredado en el laberinto de sus medias verdades. Hoy tenemos un Presidente que, independientemente de las críticas que se le puedan hacer al contrastar su forma de gobernar con la de su antecesor, tiene cotas suficientes de legitimidad política.

Salvo pocas pero honrosas excepciones como Ingrid Betancourt, en aquel 98 teníamos un Congreso postrado en su ilegitimidad, pues ni siquiera pudo exigirle responsabilidad política a Samper dado el voluminoso rabo de paja de la mayoría de congresistas. Y esto pese a los avances contra la impunidad logrados con el Proceso ocho mil. Es más, el presidente del “nuevo” Congreso, Fabio Valencia, en su discurso de posesión dijo con aparente convicción: “O cambiamos o nos cambian” y ni lo uno ni lo otro. Hoy tenemos un Congreso que aunque todavía con dosis de ilegitimidad en su conjunto, tiene más honrosas excepciones que el de los noventas. Es que ya está en el último tramo de la crisis ocasionada por la “parapolítica”.

En cuanto a organismos de control, en el 98 teníamos un exprocurador y un excontralor en la cárcel por el ocho mil. Hoy tenemos una Contralora y un Procurador que, más en los hechos que en el discurso, han sentado precedentes clave con sus investigaciones colocando así suficientes talanqueras a la corrupción de altos y medios funcionarios del Estado.

Y en el contexto descrito aparece publicada la siguiente respuesta del exvice Santos: “…Le voy a decir una cosa: un país donde el presidente es un Santos, el director del primer periódico del país está casado con una Santos, el director de la revista más importante es un Santos, el que está trabajando tras bambalinas por la paz es un Santos y el que le hace la oposición es un Santos, no existe ni en África”.

¿Qué le está pasando a Francisco Santos?