CARLOS MARTÍNEZ SIMAHAN | El Nuevo Siglo
Sábado, 5 de Noviembre de 2011

Ni conformismo, ni sombrerazos

 

LAS  cifras no son para reír. Si bien se superaron los dos millones de votos y se lograron más curules de concejales y diputados, el bajón en las gobernaciones y alcaldías de capitales equivale a derrota. Por eso la percepción que al Conservatismo le fue mal el 30 de octubre es creciente. A partir de esos resultados hay que afrontar, desde ya, las próximas batallas.
Es urgente repensar la organización. Una directiva como la actual, numerosa, centrada en congresistas, con vocería femenina y de jóvenes sin jerarquía real, no parece apta para la tarea inmensa de rescatar valores y masas que han gravitado positivamente en el andar de nuestra democracia. Para administrar esas dificultades debiera pensarse en tres directivos representativos, con período hasta el 2018 e inhabilitados para ser elegidos o nombrados, escogidos por la Junta de Parlamentarios y el Directorio Nacional, para lo cual se deberán ajustar los estatutos al propósito mayor de reconquistar el espacio popular e intelectual del Conservatismo en la política nacional. Se necesita impulsar una nueva generación de líderes que movilicen ideas y asuman la responsabilidad de conquistar el porvenir.
Hay muchos diagnósticos sobre las causas del retroceso y es urgente profundizarlos para reemprender la marcha. Nada se obtiene con el “catastrofismo” acusador que, por generalizar, resulta injusto. Los señalamientos sobre corrupción corresponde decidirlos al poder judicial, con presunción de inocencia y oportunidad de defensa. Son, por definición, procesos individuales. Tampoco se deben ocultar “los palos de ciego”, ni los errores tontos de encumbrados dirigentes. No se diseñaron programas y políticas y mucho menos proyectos nuevos que identificaran al Conservatismo. Por eso, fuimos a las urnas sin un guión político que interpretara y atrajera a los votantes. La campaña se convirtió en un activismo apasionado, pero sin brújula. Eso es imperdonable en el siglo de las comunicaciones.
Otro factor negativo: la participación en el Gobierno, pues lo que registra la opinión es la disminuida presencia de la U, el regreso a esas mieles del partido liberal y el hábil ejercicio, entre el ejecutivo y la manzanilla, del ministro Vargas Lleras. Mientras, los ministros azules no se enteraron que había elecciones, a decir de un perspicaz senador.
Por cierto, no se deben confundir las jefaturas formales con las reales. El Presidente del Dinacional, es eso, no jefe único del partido. Y, ¿qué culpa le cabe en la división de los conservadores de Antioquia, por ejemplo? Finalmente, el deseo manifiesto de ayudar al partido del ex presidente Pastrana debe ser aprovechado en toda su dimensión. Sería bueno su regreso a la arena, para convocar, no para excomulgar. Han sido fecundos los días de unión. Hay que volver a recorrer ese camino.

 

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P.S. ¡Preocupante la brecha abierta entre Santos y Uribe! Hay moros en la Costa… y no son rojos.