La polémica sobre el contenido de los Manuales de Convivencia de colegios y escuelas a cargo del Ministerio de Educación y su revisión por orden Constitucional, ha llevado a plantear distintos puntos de vista, algunos de ellos salidos totalmente de foco y otros de índole político que desdibujan y enmascaran la objetividad con que verdaderamente debe mirarse las cosas.
El asunto no consiste en ser homosexual o no serlo; mucho menos si el homosexual nace o se hace.
Es decir, si la homosexualidad es de naturaleza genética y biológica o puede ser inducida.
Simplemente deben respetarse sus derechos como persona.
Por supuesto, ideológica y éticamente se está en la obligación de formar al estudiante para que conviva como ciudadano de manera pacífica y respetando las diferencias.
Y es ahí donde está el quid del asunto.
Lo cual debe inculcarse desde la escuela y el colegio, a todos por igual. La Cartilla es para todos.
Hay quienes plantean hipotéticamente que el homosexual nace, no se hace.
Otros manifiestan que tanto hombres como mujeres en temprana edad poseen conductas de los dos géneros mientras hormonalmente se definen, siendo ese el momento más vulnerable a los abusos y a la curiosidad.
Por eso, tampoco falta quienes se aferran a creer que la homosexualidad obedece a causas inducidas, culturales o ambientales.
Pero independientemente de dar la razón a alguna de las versiones anteriores, lo que sí debe quedar claro es que todos los alumnos requieren formarse para vivir en sociedad, enseñarles a respetarse a sí mismos y a los demás.
En mayor medida si pudiesen presentarse conductas diferentes de alguien en particular.
Entonces, las diferencias no le excluyen de ser tratado con consideración y sin ofensas; además de tener derecho a recibir una adecuada formación.
Los prejuicios de la sociedad inspirados en principios religiosos o ideológicos llevados al extremo pueden incluso llegar a afectar el grado de tolerancia y comprensión con que estos deben ser tratados.
Y es ahí adonde surge la responsabilidad del Estado, basado en la Constitución Política y los Derechos Humanos, en cuanto a que la educación debe fomentar el pleno y libre desarrollo de los niños como el respeto a sus derechos.
¡No al matoneo...!!!
¡No a la discriminación...!!!
Respeto con la orientación sexual y la identidad de género.
Eso es lo que plantean las cartillas y la revisión de los Manuales de Convivencia por orden Constitucional.
No al oportunismo político, ni al escándalo mediático que el país conoció.
Conclusión: El Ministerio de Educación fue tergiversado.