Colegio de Boyacá | El Nuevo Siglo
Lunes, 9 de Mayo de 2022

El próximo 17 de mayo se cumplirán doscientos años desde la expedición, por parte del vicepresidente Francisco de Paula Santander, del Decreto 055 mediante el cual se estableció en la ciudad de Tunja, “un Colegio donde se eduque la juventud bajo las reglas que prescribirá el Gobierno, y con el nombre de Boyacá”.  Y ello en desarrollo de la Ley emanada del Congreso en Cúcuta el 28 de julio de 1821, que ordenaba que “en cada una de las provincias de Colombia se establecerá́ un colegio o casa de educación”, considerando que “la educación pública es la base y fundamento del gobierno representativo y una de las primeras ventajas que los pueblos deben conseguir de su independencia y libertad”.

El referido decreto establecía que “trasladándose los religiosos que hubiere, al convento suprimido del Topo”, el Convento de Agustinos Calzados sería la sede de la nueva institución; en donde efectivamente se instaló el 20 de octubre de 1822 con “una solemne función religiosa y una oración pronunciada por el reverendo padre Fray Francisco Florido”, marcada por “el saber, la virtud, la elocuencia y el patriotismo”, según informó a Santander la Intendencia de la época.

Igualmente el decreto señalaba que “por ahora se establece en el Colegio de Boyacá una Escuela de Primeras Letras, bajo el Método Lancasteriano, una Cátedra de Gramática Castellana, Latina y Retórica, y otras de Filosofía, debiendo ser ocupadas estas cátedras por oposición e indistintamente por seculares, eclesiásticos o regulares”,  al tiempo que se precisaba que el régimen interior de la nueva casa de estudios “será el mismo que se observa en el Seminario de San Bartolomé de esta Capital, hasta tanto que un plan general lo varíe”.  La cátedra de gramática latina y castellana, la obtuvo Juan Sáenz de Sampelayo, y la de Filosofía, Juan Gualberto Gutiérrez, quien defendió que “la evidencia es el origen necesario de la virtud, así como la ignorancia lo es precisamente del vicio”.

Iniciaba así el recorrido de esta institución precursora de la educación pública en Colombia y de su singular historia que particularmente en el siglo XIX se entrelazó de diversas maneras con la de la nación. Las vicisitudes y las guerras de ese siglo marcaron   en efecto momentos importantes de la República y del Colegio. A este se anexaron la Escuela Lancasteriana y la Universidad de Boyacá.    En esta última   se replicaron las querellas de la época entre benthamistas y antibenthamistas, centralistas y federalistas, clericales y anticlericales, pro hispánicos y admiradores de los referentes francés y británico, que caracterizaron a su vez las ideologías confrontadas de Mariano Ospina Rodríguez, primer graduado en jurisprudencia de dicha Universidad, y de Ezequiel Rojas, profesor de Derecho Civil; ambos actores centrales de la vida política nacional.

En la efeméride que se avecina sus exalumnos recordamos con orgullo esa historia.

Es ocasión también para reivindicar el ideario con el que Santander quiso cimentar nuestra institucionalidad, así como la importancia de la educación pública de calidad como el mejor motor de la igualdad, la movilidad social y la promoción del mérito. Oportunidad igualmente para agradecer a los queridos maestros que con gran vocación y convicción han formado a tantas generaciones en los principios y valores republicanos esenciales para la construcción de la democracia.

@wzcsg