Camila Mejía Duque, joven cineasta bogotana de 26 años, es reconocida como editora de tres cortometrajes en festivales de cine independiente.
Estudió Comunicación Social con énfasis en Medios Audiovisuales en la Universidad Javeriana de Bogotá. En su último año de carrera empezó a trabajar con la productora Ícaro Films, con la que editó la primera temporada de la serie web Noobs, de Ismael Egui, que fue selección oficial en BAWF (Buenos Aires Web Fest) y ganadora en los Series Web Awards en Lima en 2016.
Camila Duque viajó en 2015 a los Estados Unidos, donde logró un especial reconocimiento con su corto de siete minutos y medio titulado The Fat One (escrito y protagonizado por ella) y dirigido por Savannah Sivert, que cuenta la historia de Annie, una mujer que huye del amor por miedo a no ser suficiente para alguien más, pero que debe encontrar la manera de superar sus problemas de auto-estima, en sus relaciones sentimentales, como la de sus amigos.
Además, fue la editora de Fragile (2017), filme que cuenta el viaje de Manuela desde España hacia los Estados Unidos para cumplir su sueño de volverse animadora. En su estadía tendrá que sacrificar su relación con sus padres para poder quedarse en un país que no la recibe como ella esperaba.
Fue semi-finalista como mejor corto en el Los Angeles Independent Film Festival y Los Angeles Cine Fest, y ganadora a mejor cortometraje de ficción en el Barcelona Planet Film Festival.
Todos estos son pequeños festivales que reconocen el talento local e internacional de realizadores independientes que están empezando sus carreras, y que buscan ampliar espacios de exposición y promoción con el fin de darlos a conocer y distribuir sus historias.
Camila nos cuenta que el editor es como el segundo director, es el responsable de tomar todas las horas de material y ordenarlas en una secuencia que transmita el mensaje original del film. “Un editor tiene la responsabilidad de escoger la mejor toma, tanto a nivel de actuación –para elegir la más convincente-“, resalta.
La editora bogotana asegura además que “mi trabajo es invisible, para que las audiencias pueden disfrutar de una historia coherente y emocionante sin que noten mi mano en ella”. La edición es el último paso entre el rodaje de la película y la audiencia; es donde las piezas del rompecabezas se arman, como el trabajo del camarógrafo resaltando lo hecho por el equipo de rodaje.
Este es sin embargo un oficio en el que pocas mujeres han logrado ser reconocidas. De las mujeres editoras más destacadas están Alisa Lepselter, que trabaja con Woody Allen, y Sally Menke, que fue la editora de cabecera de Quentin Tarantino.
Valioso reconocimiento obtenido por nuestra colombiana Camila Mejía Duque en su corta y promisoria carrera. Sabemos que en el exterior hay muchas oportunidades, pero lo importante es saber destacarse, logrando que la gente comience a confiar en el talento e innumerables horas de estudio y dedicación para entregar productos de alta calidad cinematográfica.