Compasión ante el error | El Nuevo Siglo
Viernes, 16 de Agosto de 2024

Los seres humanos estamos lejos, y bastante, de ser perfectos.  Es más, si cohabitamos este mundo es porque elegimos participar de un experimento colectivo de aprendizaje en el cual estamos llamados a encontrar las mejores formas de inteligencia para despertar y seguir evolucionando. 

Claro, erramos durante el tránsito de la vida, en ocasiones en forma leve y en otras de manera profunda: cuando las sombras de nuestros egos nos envuelven, nos herimos a nosotros mismos, lastimamos a otras personas y nos hacemos daño mutuamente.  También tenemos instantes luminosos, en los cuales, al vibrar en la frecuencia del Amor -el poder supremo de la creación-, somos capaces de entregarnos lo mejor y de co-crear redes excepcionales de solidaridad y colaboración. 

Hace muchos años escuché una frase que tiene todo el sentido: todo el mundo quiere brillar, pero nadie quiere que lo pulan. Sí, estamos llamados a brillar con nuestra propia luz, lo cual implica que tengamos todo tipo de pulimientos mutuos, que aparecen camuflados a manera de mentiras, indiferencias, traiciones, reproches e incluso de abusos y agresiones. No se trata de justificar estas acciones, pero sí de comprender que envuelven un propósito fundamental en nuestra evolución.

Creo que ningún ser humano vive nada que no le corresponda vivir, así como que todos tenemos el poder de sobreponernos a nuestras circunstancias, por dolorosas y extremas que sean. Cada una de nuestras vivencias, las adjetivemos como buenas o malas, encierra un sentido de aprendizaje que puede no ser evidente. Precisamos detenernos y observar atentamente para identificar los beneficios que podemos obtener de una situación que no nos gusta, por traumática que sea. Solos no podemos, necesitamos para ello la guía divina y así no seguir enredados en las sombras.

Todos los seres humanos atravesamos momentos existenciales diferentes.  Cada quien está en el suyo propio, justo el que necesita para la evolución de su alma, lo cual se da solamente se da en la medida en que integre los aprendizajes correspondientes en cada etapa del camino, con ritmos y recursos distintos.  No evolucionamos si no conocemos las manifestaciones de nuestros egos, las nombramos y nos abrazamos a nosotros mismos y a los otros, con todo y errores.

Requerimos urgentemente ser autocompasivos -no indulgentes con todo lo que hagamos y que cause daño-, misericordiosos con los demás y observadores antes que jueces. Es una tarea bastante difícil, dado que se nos ha enseñado que la justicia es igual a castigo, exclusión y al triunfo por la fuerza. Sin embargo, así como nos equivocamos, también tenemos la posibilidad real de conectarnos con la Luz Mayor. Antes de juzgarnos, paremos, respiremos, seamos compasivos, reconciliémonos y aprendamos unos de otros, pues somos Uno.

@eduardvarmont