La familia, que imprimía hábitos y principios éticos al individuo; que seguía a donde quiera que fuese éste, proyectando las imágenes de padres y hermanos, lo mismo que la fe, trata de debilitarse ante el empuje de los antivalores y de multitud de episodios negativos y destructores. A pesar de todo, la mujer colombiana es la robusta protectora de la moral y de la ética.
La mujer colombiana, sea esposa, madre, empresaria, dirigente en una altísima proporción, tiene idea clara de los principios esenciales de la familia y la comunidad. Vamos a mencionar algunos de estos principios claves.
El sentido de lo religioso impera en el temperamento femenino. La mujer siente con toda energía que existe un Dios, que somos trascendentes, que somos materia y espíritu. La religiosidad de la mujer no solo se opone al materialismo, sino al indiferentismo y al laicismo. La religión nos hace pensar en el sometimiento a un orden superior, sobrenatural que lo gobierna todo. Por eso José Eusebio Caro expresó: “El hombre es una lámpara apagada, toda luz se la da la muerte”.
La mujer respeta las jerarquías, el sentido de la autoridad. Hasta en el cielo existen las jerarquías: ángeles, arcángeles y querubines.
El conservatismo defiende las jerarquías edificadas sobre la base de las aptitudes y de los méritos. En el Escudo colombiano ha debido colocarse primero la palabra “Orden” y luego la palabra “Libertad” ¿Por qué? Pues sin orden no puede haber libertad. Un ejemplo. Si como tenemos libertad para opinar, todos los hacemos a un mismo tiempo, se frustra el derecho a opinar. Es la autoridad la que programa la intervención amplia de cada una de las personas. Sin autoridad no hay orden y sin orden se impone la jerarquía. Si en la familia no se impone la autoridad de los padres, todo se frustraría.
La sociedad tiene que imponer subordinaciones y coordinaciones de superior a inferior para que todo tenga un desarrollo lógico y constructivo. La jerarquización inteligente, es útil, conveniente y necesaria. “La jerarquía es ley de la vida y de la realidad y el igualitarismo es una utopía insostenible”. Los liberales tan libertarios imponen la jerarquía de la riqueza por encima de todo y los comunistas defienden las castas dominantes del comunismo en el gobierno.
El mejor ejemplo de la importancia que tiene la “tradición” en el acaecer de un pueblo lo da la mujer al convertirse en guardiana las buenas costumbres. La tradición es el banco de recuerdos de un pueblo. Y se conserva lo valioso, lo bueno, lo útil. Los revolucionarios satanizan el pasado y endiosan el futuro. Prefiere destruir, arrasar, arruinar y luego empezar de la nada. Grave error. José Eusebio Caro sostenía que hay que conservar la religión, la familia, las buenas costumbres, las instituciones y los hábitos que elevan y dignifican. La sociedad se mueve en el triángulo “ayer-hoy-mañana”. El ayer es hijo del hoy, es el germen de lo que ocurrirá mañana. La sociedad es solidaria en el tiempo y en el espacio. Conservar es enriquecerse. Se conserva, tratando de mejorar y acrecer lo que se recibe. La cultura del ahorro es uno de los motores del progreso. Conservar no es atraso, inmovilismo o estancamiento. Para Toyinbes, la misión del ser humano es conservar.
(Ponencia Futuro del Conservatismo. Villa de Leyva)