Luego de la primera vuelta en las elecciones presidenciales de Colombia, cerca de 6’500.000 electores se quedaron sin candidato.
Consultado uno de esos ciudadanos que votó y no ganó, manifestó estar ante una confusa disyuntiva por no ser de su preferencia ninguno de los dos a elegir, siendo consciente del deber de votar.
Esta persona se lamenta de no poderlo hacer por el mejor, obviamente, porque para él es aquel por quien ya lo hizo.
Abstenerse, votar en blanco, anular el voto u optar con resignación más no por convicción por uno de ellos, son los caminos que le quedan.
En principio, se creyó que la casilla del voto en blanco no aparecería en el tarjetón, pero quedó confirmado que sí.
No obstante, el paso más indicado sería buscar afinidades; y lo menos prudente, dejarse convencer por los mensajes de las redes sociales, donde solo se irrespeta y se descalifica a los candidatos, para terminar votando "en contra", lo cual tampoco resuelve plenamente el dilema.
La confusión aumenta al consultar la revista "The Economist", la cual después de evaluar las trayectorias de Iván Duque y de Gustavo Petro, dictamina que "cualquiera de los dos candidatos es una mala elección".
Además, comienza por dar la razón a los colombianos cuando preguntan si el expresidente Uribe va a tener demasiada influencia en el primero; y si el segundo, es en realidad una amenaza por ser de izquierda.
Pero la vacilación se hace mayor, cuando se analizan otros temas que representan posiciones extremas y que es necesario flexibilizar y someter previamente por lo menos a debate en el Congreso de la República, como es el caso de las supuestas modificaciones a los Acuerdos de Paz en lugar de "hacerlos trizas", o la formulación de la política petrolera y medio ambiental; entre otras.
Y como si fuera poco, al preguntar por la experiencia de los candidatos en el área de la administración pública, Duque no la tiene y Petro no la tuvo, porque cuando fue alcalde no lo dejaron gobernar.
Adicionalmente, “The Economist” expresa sobre Petro que ni su temperamento ni sus ideas lo hacen apto para la Presidencia”, pero tampoco recomienda a Duque.
Más bien, afirma que "el hambre de cambio" de los colombianos es comprensible por la desigualdad en los ingresos que, aunque ha disminuido, sigue siendo la segunda más alta de América Latina. Señala que la educación y el cuidado de la salud no son tan buenos y que la corrupción es cada vez mayor.
Después de todo, hay que aceptar, así sea a regañadientes, que uno de los dos será el próximo mandatario de los colombianos.
Decirle a la gente que se trata de escoger entre democracia y socialismo, parece más un sofisma, porque en realidad Duque no es propiamente la esencia de la democracia, ni Petro representa al verdadero socialismo.
Por último y como reflexión, Sergio Fajardo y Humberto De La Calle han anunciado su voto en blanco, mientras Antanas Mockus dice que "prefiere apoyar la paz y equivocarse, que apoyar la guerra y acertar".
De todas formas, quienes hemos trabajado toda la vida por el bien de Colombia, continuaremos haciéndolo, gane quien gane.
Tremenda responsabilidad sobre todo para la juventud, que está en la obligación de construir su propio futuro.