Colombia sigue cayendo en el Word Happiness Report (2023). Urge evolucionar del anacrónico PIB hacia un dato integral de Dignidad, Equidad, Bienestar y Productividad.
En la era de la cibernética instrumental, la competencia cáustica y las promesas DEI –“diversidad”, igualdad e inclusión-, conviene repasar un fundamento sistémico para mejorar el control, la oposición y la innovación: la Ley de Ashby, según la cual las perturbaciones sólo pueden mitigarse incorporando a la gestión igual o mayor “variedad” que el entorno.
En el ámbito empresarial, la “viabilidad” está determinada por la limitación o la reducción de dicha variedad, asimilando conflictos de intereses, fusionando competidores o “simplificando” clientes mediante otros trade-offs: compromisos y renuncias, tácitas o explícitas, que se declaran mediante marcos estratégicos, políticas o portafolios.
El Estado es más complejo, aunque haya cedido su influencia al mercado transnacional, las potencias y las entidades multilaterales. De hecho, la moda de la “contracción” -downsizing- liquidó el contrato social, incluso en la híbrida o supuestamente redundante estructura China -capitalista y comunista-.
Los controles internos también ignoraron la inefectividad de la gestión, traducida mediante el incumplimiento de las cartas magnas, la insatisfacción ciudadana, y el desperdicio de tiempo, dinero y energía destinados a preservar el statu-quo o discontinuar las iniciativas de “cambio”. Tampoco neutralizaron la corrupción; de hecho, cuidan al tesoro público erario usando candados baratos y salarios de hambre.
Ineficaces e ineficientes, los engorrosos mecanismos burocráticos entorpecen la agilidad del “ajuste” en la gestión y la rendición de cuentas. Así, las mayorías terminan anuladas por las contradicciones, aisladas entre tantas “barreras de acceso” al Estado y heredando carencias, según dicta la tradición.
Finalmente, la información oficial carece de transparencia y pertinencia; tal como la oposición, se dedica a objetar e imitar la estratagema que los abogados encriptan como “question leading”: intervenciones capciosas o sugestivas, que inducen a las personas al error, la manipulación o el oportunismo.
Colombia necesita innovar si pretende aprovechar su diversidad, amortiguar la insoportable restricción VUCA o superar la insostenible levedad de la realidad actual. Propongo retener pagos de los contratos en entidades públicas-mixtas que no satisfagan indicadores de “impacto”, o sean reprobadas mediante los “opinómetros”. El congreso debe prohibir cualquier reelección y los saltos entre ramas del poder, pues reproducen conflictos de intereses. Y el DNP debe diseñar un tablero con indicadores sobre el cumplimiento de la Constitución, y su efecto en el bienestar humano y social.
Avanzando hacia conclusiones, maximicemos la “variedad” estatal: ampliemos el espectro de respuestas ante los ciudadanos, y sus posibles “estatus” socioeconómicos. De momento, no funcionaron los cambios de gobierno ni régimen, pues de maneras análogas o diametralmente opuestas continúan violando la antedicha Ley de Variedad, e intensificando el caos, como los desorientados, improvisados e incompetentes gobiernos Duque y del cambio.