Crisis: amistad y solidaridad | El Nuevo Siglo
Viernes, 25 de Marzo de 2022

Para tener amigos, hay que ser amigo. No merece escribir para los hombres, quien no sabe amarlos. Hazle querer, que el hombre sólo es justo con el que ama. En la vida moderna, tan expansiva, tan varia, tan múltiple, se anudan fácilmente las amistades. No tiene sentido aquello de pensar qué puede hacer un amigo por uno, sino a la inversa, qué podemos hacer por los amigos. La solidaridad aconseja, que cada ciudadano viva para los demás, y todos para cada cual.

He tenido amigos que se han encumbrado; otros han venido, lamentablemente, a menos. Y los vínculos siempre se han mantenido intactos.

Dice Francisco de La Rochefoucauld que el más grande esfuerzo de la amistad no es declarar nuestros defectos al amigo, sino hacerle ver los suyos. Esto, tiene su más y tiene su menos. Hay que corregir en privado y estimular en público. Las cosas oportunas, en su momento oportuno. Un reclamo abrupto, una rectificación áspera, puede causar daños innecesarios. El semblante del reprendido, si lo observamos, posiblemente no variará; pero, a pesar de la buena intención de la conducta, el aludido se mortifica. En su alma quedará un sedimento, que nos será adverso.

Es mejor escoger los amigos y no que ellos nos escojan a nosotros. Es preferible no tener amigos, que avergonzarse de ellos.

La amistad constituye un magnífico complemento en el campo espiritual. La alegría, el triunfo compartido, multiplica sus bienes.

Cuando las personas íntimas participan de nuestras derrotas, todo se aligera y se hace más soportable. La amistad, nunca es inoportuna, nunca molesta y enriquece prodigiosamente. La amistad, es una necesidad inmanente en el hombre. Gracias a ella, las situaciones prósperas se tornan más brillantes y disminuya el rigor en los casos de enfermedades crueles e incurables.

Por la amistad, los ausentes están presentes, los necesitados, tienen en abundancia, los débiles son fuertes, y, lo que es más raro, los muertos aún viven; hasta tal punto el respeto y el recuerdo de los amigos se va tras de ellos.

¿No es suficiente, lo expresado, para destacar la importancia de la amistad, en la vida social?

El odio destruye como ciertas sustancias químicas. En la vida es mejor dar abrazos, que dar bofetones. Hay que preferir el puente que une, al muro que aísla. Si un hermano, Dios lo pone en nuestro camino, un amigo es un hermano que hemos seleccionado. Sin el calor de la amistad, hasta el pan sabe a piedra. Las experiencias más fantásticas de la vida reducen su volumen cuando se viven en un ambiente de soledad y aislamiento. El hombre es por naturaleza un animal social. Hay una indesarraigable tendencia a compartir las pérdidas y las ganancias, las ideas y los pensamientos, las inquietudes y las ilusiones.

Nada más grato que dialogar con amigos estimados, al calor de un bien vino, en ciertos momentos de la lucha cotidiana. Sin un amigo, a quién comunicarle nuestro júbilo, hasta el amor sería un estorbo.