De Davos a Porto Alegre
Se celebran simultáneamente el foro económico mundial de Davos (Suiza), al que concurren los poderosos del capitalismo, y el foro social mundial en Porto Alegre (Brasil), organizado por quienes buscan “otro mundo posible”, que acabe o disminuya las grandes desigualdades.
El maestro Luigi Ferrajoli, en el libro Los fundamentos de los derechos fundamentales, explicando el futuro de éstos y las tres posibles expansiones del paradigma garantista, sostiene que la globalización de la economía ha provocado un crecimiento exponencial de las desigualdades, incrementando de un lado la riqueza y del otro, la pobreza y el hambre. Según él, la brecha de ingreso entre los países más pobres y los más ricos del planeta, que era aproximadamente de 1 a 3 en 1820, de 1 a 11 en 1913 y de 1 a 35 en 1950, se ha vuelto de 1 a 72 en 1992; y que menos de 300 millonarios (en dólares) poseen más riqueza que la mitad de la población mundial, o sea, que 3 mil millones de personas. “Se ha calculado, además, que el patrimonio de las tres personas más ricas del mundo supera la suma del producto nacional bruto de todos los países menos desarrollados y de sus 600 millones de habitantes”.
Esta aberrante desigualdad según el profesor citado, está legitimada por la “ideología liberista”, que patrocina la ausencia de reglas y de límites a la economía de mercado, contrario a un modelo normativo del Estado Constitucional Social de Derecho. Manifiesta, que las intervenciones públicas, sólo se dan en favor de los países más ricos y de las grandes empresas. Responsabiliza al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional en materia de deuda externa del aumento del hambre, la miseria y las enfermedades de las que son víctimas millones de seres humanos.
La crisis económica europea, las más de 200 millones de personas sin empleo y los movimientos de protesta social en todo el mundo, crean un latente estado de explosión colectiva que puede ser la antesala del fracaso del capitalismo. Se acusa a los mercados financieros de “asesinar” a la economía real y a los bancos, de ser los “mayores matones del planeta”. (Burrow, Secretario General ITUC).
Pensar en la utopía de “otro mundo posible” es el recurso de los desheredados de la fortuna que no pierden la esperanza en la creación de una nueva conciencia moral y universal que acabe con el egoísmo y la avaricia del modelo neoliberal que mata la dignidad del hombre. La altísima concentración del poder económico y político que conlleva la injusta exclusión de millones de seres humanos, requiere de un nuevo compromiso social, que vaya más allá de un simple modelo económico, con menos ideologías y con más desarrollo humano. Por ahora, los pobres del mundo nada concreto pueden esperar del cónclave de los “fuertes” reunidos en Davos, quienes dando respiración boca a boca a la moribunda economía capitalista de mercado, pasarán inadvertido el clamor social de Porto Alegre.