Su trabajo por la paz no es reciente; además, se trata de uno de los funcionarios más capaces y de mayor confianza para el Estado colombiano en el manejo del tema.
En 1991, luego de participar en la Asamblea Nacional Constituyente como Ministro del Interior, llevó la vocería del Gobierno durante las negociaciones con la Coordinadora Guerrillera en Caracas, Venezuela; en ese entonces conformada por las Farc, el EPL y el ELN.
Así mismo, estuvo en Tlaxcala, México, en 1992 y también hizo parte de las acciones para facilitar la participación política de los desmovilizados del M-19, EPL, PRT y el Quintín Lame.
Experiencia que le sirvió para ser llamado jefe del equipo negociador del gobierno de Juan Manuel Santos, desde octubre de 2012 hasta el 26 de septiembre del presente; cuatro años en La Habana, hasta anunciar el Acuerdo puesto a consideración de los colombianos en el plebiscito del 28 de octubre anterior.
Es Humberto De la Calle Lombana, quien a pesar de haber anunciado su retiro en los días siguientes a esa fecha, debió continuar al frente del proyecto encaminado a ponerle fin al conflicto con la subversión.
Sabemos que de conseguirse el objetivo final, se le ahorrarían a Colombia más pérdidas humanas y gastos militares, obteniéndose a cambio el bienestar para todos y como beneficio extra, mayor y mejor inversión social.
Entonces, se trata de la delicada misión de ayudar a encontrar el norte que ha de seguir el país, en medio de la más absoluta ambigüedad, luego del triunfo del No en el citado plebiscito.
Motivo por el cual lo más saludable, a criterio de este columnista, sería
mantener el hilo conductor y zanjar las diferencias hasta llevar a Colombia a buen puerto.
Conocí a De La Calle como Secretario General de la Universidad de Caldas, en Manizales en 1971, de donde recientemente acababa de obtener el título en derecho, y hoy día, a sus 70 años de edad, su servicio a la democracia en los distintos cargos que ha ocupado es prenda de garantía, incluso a su paso por la vicepresidencia, donde quedó clara su rectitud y su total independencia.
No es el momento de miramientos partidistas, a todos estos lánguidos y sin liderazgo evidente, siendo más importante la unión de voluntades ante la prioridad para todos como es una paz estable y duradera.
En ese orden de ideas, su experiencia, trayectoria, conocimiento y dotes de estadista son condiciones básicas fundamentales al decir de sus seguidores, que lo perfilan como candidato presidencial para las próximos elecciones del 2018.
Si no es De la Calle, ¿entonces quién?
Es la pregunta obligada ante una situación tan difícil como la que vive el país, para la que se requiere de un buen componedor sensato y sereno en la implementación de un gran Acuerdo Nacional.