De nuevo la aftosa | El Nuevo Siglo
Martes, 9 de Octubre de 2018

“Torpe haber cambiado las reglas del juego”

¡Qué horror...! De nuevo la fiebre aftosa dando de qué hablar en Colombia; el peor enemigo del subsector pecuario.

La detección de un animal enfermo en Boyacá prendió las alarmas. Este departamento, conjuntamente con Arauca, Casanare y Cundinamarca, conforma la llamada Zona de Contención establecida por el ICA mediante Resolución No. 11595 de septiembre de 2017, para la vigilancia epidemiológica y el control de la movilización de animales susceptibles de padecer y transmitir la enfermedad, entre los  municipios y veredas que conforman dicha Zona y el resto del territorio nacional.

Lo lamentable es que a pesar de los grandes esfuerzos llevados a cabo, cuando ya se creía superado el problema presentado el año pasado, la situación aún continúe inestable y Colombia, nuevamente, haya perdido su condición de “País libre de aftosa por vacunación”, con los negativos efectos sobre las exportaciones.

Tengamos en cuenta que en el mundo hay siete serotipos conocidos del virus de aftosa, inmunológicamente distintos entre sí, llamados: O, A, C, SAT 1, SAT 2, SAT 3 y Asia 1, con más de 60 cepas dentro de esos mismos serotipos.

La vacunación en nuestro país solo hay necesidad de efectuarla contra el serotipo O (Cepa O1 Campos) y el serotipo A (Cepa A24 Cruzeiro), ya que ninguno de los demás serotipos existen aquí.

Por eso, el primer paso a dar siempre es la caracterización de las cepas del foco que se presente.

Ahora bien, en el caso que acaba de suceder, se trata del mismo serotipo del virus aislado en el 2017.

Por supuesto, no podemos hablar propiamente de un "virus venezolano", como se dijo en aquel entonces, denominación que, además, no se usa científicamente; pero sí corresponde al mismo serotipo que se ha venido presentado en Colombia. Más bien,  de requerirse, los análisis filogenéticos nos darían la posibilidad de sugerir su procedencia.

Entre tanto, recordemos que en la franja limítrofe con Venezuela se creó en el año 2010 la Zona de Alta Vigilancia (ZAV), en la que se exigen altas coberturas de vacunación y el tránsito de animales está sujeto a la Guía Sanitaria de Movilización Interna; hay puestos de control, y la identificación del ganado es individual.

De ahí que es una buena reflexión preguntar por qué se presentó este nuevo foco si, además de esa detallada supervisión, los animales debieron haber respondido inmunológicamente a la protección conferida por la vacuna con el serotipo anotado.

Obviamente, más grave hubiese sido si el diagnóstico fuese de un serotipo de los aún no detectados en Colombia.

Por eso, lo indicado es mantener monitoreada la población animal, con el fin de determinar el nivel de inmunidad que efectivamente se tiene, y llevar a cabo un riguroso programa de diagnóstico, control y vigilancia.

Siendo ese, además, uno de los requisitos exigidos por la Organización Mundial de Sanidad Animal para retornar el estatus perdido.

Como se puede ver, este es un tema muy profesional, serio y especializado que no puede prestarse a especulaciones, mucho menos para hacer política.

Razón por la cual, si durante 20 años el programa se manejó bien, fue torpe haber cambiado las reglas del juego en la mitad del camino, para terminar por someter al país a semejante descalabro.