Colombia es el país en el que quien peca y reza empata; con tal de triunfar todo vale; no hable con la boca llena; 50 años de terrorismo; tierra del vallenato y del bambuco; país saqueado por los corruptos, humillado y arrinconado; despojado por fallos injustos internacionales; asfixiado por las desigualdades sociales; tierra del maíz y de la mazorca; de la bandeja paisa y con la totalidad de los productos importados; suelo de las pulsiones, los llantos y las alegrías, el dolor y la carcajada; políticos faraónicos y muchedumbres hambrientas; país del sagrado corazón y de los gases deformantes; de palomas de paz y buitres sangrientos. En Colombia cabe todo. Lo bueno y lo malo, figuras como García Márquez, Fernando Botero y criminales desalmados como los horripilantes terroristas que torturan a la nación desde hace medio siglo.
El conocido catedrático, novelista y ensayista José Luis Díaz Granados ha puesto en circulación una obra espléndida titulada: “El escritor y sus demonios. Ensayos y artículos”. La editó en España la prestigiosa empresa denominada “Valparaíso”. Son 502 páginas que se leen con pasión y provecho por la erudición, la fuerza del estilo y el dominio sobre los asuntos tratados por el humanista José Luis Díaz Granados. La presentación del volúmen es impecable y llama la atención el lujo y sentido estético de este interesante libro.
Son variadísimos los temas. Pues Díaz Granados recopiló en esta publicación lo más trascendental y perdurable de sus fértiles ensayos como colaborador de El Tiempo, El Heraldo, La Patria y otros reputados periódicos, revistas y tribunales nacionales.
Muy bien logrados sus análisis de Neruda, Paz, García Márquez, Martí, García Lorca, Paul Eduard, Lepold Sedar, Rojas Herazo, Jorge Zalamea y muchos más. Domina a este intelectual el “trabajo ensayístico”. Por su trayectoria conocí a José Luis Díaz Granados. Más tarde nos hicimos amigos.
Antes de tener cercanía con este escritor tuvimos discrepancias ideológicas. Hoy, aunque no coincidimos en muchos conceptos somos excelentes camaradas. Díaz Granados es dionisiaco y yo soy más tradicionalista. Ni en este autor, ni en el suscrito aparece el equilibrio apolíneo. José Luis ha llevado a su literatura el frenesí poético. En mi caso abunda la inacción del elemento poético. “Los sustantivos son machos, los adjetivos son hembras”, decía Papini. José Luis tiene la satisfacción profunda de ser padre del famoso poeta y humanista Federico Díaz Granados, catedrático de los más calificados en institutos educativos y poeta de sólida jerarquía académica.
Hubo dos Alejandro Dumas en Francia. Padre e hijo. El primero conmovió con sus libros. Pero al triunfar el hijo con su libro “Los tres mosqueteros”. Se comentó: La mejor obra de Dumas padre, fue su brillante “Hijo”. Siempre he dicho que cuando el hijo no supera al padre, los dos perdieron el tiempo. Aristóteles superó a su maestro Sócrates.
La prosa de José Luis no es nerviosa sino muscular. Recogida como un puño de boxeador. Leyéndolo suscita una sensación física de fuerza. En la tipología José Luis es un “pasional”. Ama las ideas con todas sus consecuencias. En las muy aplaudidas tertulias de Gloria Luz Gutiérrez, cada que interviene José Luis Díaz Granados, convierte el evento en todo un espectáculo de la inteligencia. Whitman expresó a su biógrafo. “No me embellezca… Cuando me describa incluye mis blasfemas y todas mis demasías”. Una reseña ligera es otra cosa.