Los grupos de población mal alimentados, rechazados y marginados, dan señales de descontento y constituyen focos peligrosos de agitación propensos a causar disturbios a la menor provocación.
Los vimos el año pasado en la llamada “primera línea” y en muchos jóvenes que protestaban con rabia y descontrol.
No olvidemos esta verdad que el anarquismo internacional conoce de sobra y explota en su momento a todo ser desnutrido, pesimamente alimentado con hambre física actual, maltratado y despreciado que está permanentemente en trance de agresividad, ferocidad y que ese hombre no puede pensar con la lógica social, que es ya un extraño al grupo, un alienado, un criminal potencial. No se cree que son indispensables todos los factores enumerados para crear la capacidad criminógena; con la sola desnutrición bastaría, como lo proclaman los neurólogos, los fisiólogos del sistema nervioso y los especialistas en nutrición cuando sostienen: “Dime como comes y te diré como piensas, como atentes y como actúas”.
Con injusticia se trata mal al empresario, por parte de algunos izquierdistas. No los bajan de explotador y de aprovechador de las necesidades del proletario o del obrero. Los únicos que en cualquier país dan empleo son el sector privado y los gobiernos.
El que monta una fábrica de zapatos o de ropa y los vende al precio del mercado, está dotando a la sociedad de elementos básicos para la vida. La producción no se la lleva él, si vende al público. Al público también van a dar los salarios que pagan los patrones o empresarios y es con esos dineros recibidos como salarios, con los que el público va al mercado y compra lo producido.
Lo que los izquierdistas llaman “plusvalía”; no es otra cosa que la utilidad devengada por los empresarios. Es una utilidad legitima,
Criticar esta ganancia es como prohibirle al médico o a cualquier profesional cobrar por los servicios que presta.
Es absurdo señalar como explotador a un empresario por cobrar un precio razonable por el producto que entrega al ciudadano.
Su esfuerzo, su creatividad y el costo de la materia prima y de la mano de obra, están en el bien o en el servicio que aporta a la comunidad. Un refrán dice: “Quien al altar sirve, del altar vive”. Y quien fabrica zapatos, pues vive de esta actividad.
Un país es rico cuando en él hay muchos empresarios, produciendo infinidad de cosas que requiere la comunidad y mucho más cuando se trata de prestar servicios, como la salud, la educación o la recreación.
Cuando en el país se producen abundantes bienes de consumo, vestuario, libros, útiles escolares, vivienda, se comenta que el país tiene un gran nivel de vida.
Se comprende que un país muy desarrollado es el que cuenta con una excelente variedad de centros de producción. Esta pujanza significa muchas fuentes de empleo, impuestos para los gobiernos, comodidad para todos y eficiencia en general. ¿Qué es pobreza?
Todo lo contrario. Carencia de empleo, ausencia de bienes indispensables para la cotidianidad y falta de recursos de los gobiernos para satisfacer necesidades ciudadanas.