Dictadura no respeta acuerdo | El Nuevo Siglo
Lunes, 25 de Marzo de 2024

Cuesta entender las razones que hicieron creer a algunos que quienes mantienen al pueblo venezolano bajo la dictadura heredada de Hugo Chávez respetarían algún acuerdo que eventualmente los pudiera llevar fuera del poder.

Elecciones competitivas y transparentes, con garantías para los electores y los posibles elegidos, es una hipótesis que no cabe dentro de la lógica de quienes saben que dejar expresar lealmente la voluntad popular es un riesgo que no pueden correr, luego de años de obsesión ideológica e ineptitud, de destrucción del aparato productivo, demolición de las libertades ciudadanas, y de la salida de millones de habitantes que huyen del desastre económico y social. Su fórmula para ganar elecciones y dar una “apariencia” de institucionalidad democrática, consiste en activar expedientes, inhabilitar y encarcelar a opositores, instrumentalizar y manipular la autoridad electoral, los órganos de control y las Cortes.

Ni hablar de garantizar la libertad de prensa, pues la única verdad que conciben como aceptable quienes encarnan el régimen, es la trasmitida por sus aparatos de propaganda, que son a su vez los únicos capaces de afirmar que sus líderes encarnan la voluntad del pueblo. Por eso la libertad de expresión para cuestionar al dictador o las manifestaciones legítimas de protesta, la convierten en delito, a lo que, a voluntad del ente acusador, se adicionan conspiraciones y estrambóticas fabulaciones. Poco importa si son inverosímiles y no resistan el más básico escrutinio imparcial  de un juez independiente. De ser necesario y si no hay manera de endilgar la más mínima falta al posible contrincante, convenientemente colapsa el sistema de inscripción de candidatos, aparecen nuevos requisitos, o lo que sea menester…

Así, a la hora que se escribe esta columna, no se permite aún la inscripción de la candidata Corina Yoris en sustitución de María Corina Machado, ganadora de las elecciones primarias de la oposición y luego convertida en candidata imposible, por la elemental razón de tener alguna probabilidad de resultar victoriosa. Lo anterior corrobora la tradicional  debilidad de los autócratas  que solo son capaces de  ganar las competencias en que ellos mismos definen las reglas, son árbitros  y jueces de última instancia.

Frente a estas evidencias de mala fe, distorsión y  burla de los compromisos adquiridos en los acuerdos suscritos en Barbados, que llevaron a Estados Unidos a suspender importantes sanciones  e incluso a liberar al señor Saab, la tibieza de la reacción  de ese país y de buena parte de los gobiernos de continente, por demás  firmantes de la carta democrática, es desconsoladora y contrasta con el firme apoyo a Maduro por las demás dictaduras de la región, Nicaragua y  Cuba para comenzar, expertas en la aplicación de similares métodos  y artimañas.

Mirada desde Colombia esta situación, es claro el mensaje y la advertencia  para cualquier demócrata que aún dude de la necesidad de denunciar los atropellos del régimen venezolano,  o en no ver los peligros que encierran las fórmulas utilizadas en ese país para desbaratar desde dentro la institucionalidad democrática, y enquistar una clase dirigente que usufructúa el poder y  que  en este caso con acento revolucionario repite como mantra  la conocida frase “para mis amigos, todo; a mis enemigos, la ley". 

@wzcsg