En 2022, la Corte Constitucional aprobó el aborto hasta la semana 24 de gestación; o sea, aprobó el asesinato, si se quiere llamar correctamente, de un bebé no nato de seis meses, cuando ya está casi totalmente formado. De hecho, son pocos los bebés de 24 semanas que sobreviven cuando se presentan abortos espontáneos.
Para muchos colombianos este fallo fue extremo y doloroso. Así lo manifestamos y lo continuaremos haciendo. Como muchas mujeres, me considero defensora de la vida, en especial la de los niños, inclusive y con más fuerza, de los no natos, ¿Quién, si no las mujeres debemos hacerlo?
Ahora, como parte de la reglamentación de lo que se conoce como “vientres en alquiler”, o sea el alquiler por dinero del vientre de una mujer para servir como incubadora del hijo de una persona que no puede tenerlo de otra manera, la Corte determinó que la “arrendadora” de su vientre puede también abortar ese bebé a los seis meses de embarazo, sin autorización de los “arrendadores”, o sea los verdaderos padres del niño. ¡Qué cosa tan ultrajante para la dignidad humana! Una mujer alquila su vientre por dinero para producir un bebé, el cual puede matar, si así lo decide, hasta la semana 24 de su embarazo. ¡Qué dolor para las personas que han confiado en la dueña del vientre para tener su hijo! La ética de este acuerdo comercial es muy discutible.
Pero, no contentos con estas tendencias deshumanizantes de nuestros legisladores, que presentan como progresistas, Néstor Iván Osuna, ministro de Justicia, de la camada de Petro, pretende despenalizar el incesto, en su proyecto de ley para “humanizar el sistema penitenciario y carcelario colombiano”.
Esto es lo más absurdo y retrógrado que uno puede oír. ¡Es inadmisible! Acaso este ministro quiere que volvamos a la era medieval, al incesto rapante y oculto donde los todos los machos de una familia tenían derecho sobre los cuerpos de las mujeres de su casa, sin importar su edad, así fueran niñas.
El incesto es un crimen oculto, profundamente doloroso y humillante; es un secreto de familia vergonzoso que se esconde durante años, quizá toda la vida y cuya herida jamás sana, alterando y devastando para siempre la vida de la víctima.
Desgraciadamente, este atroz crimen de violencia intrafamiliar, donde el más débil es sometido por el más fuerte, está muy presente en Colombia a pesar de las leyes existentes en su contra. Dice Medicina Legal que, de enero a octubre del 2022, se registraron 21.280 casos de abuso sexual intrafamiliar; seguramente muchos fueron incestuosos.
De pasar esta reforma no se podrá castigar al abuelo, padre, tío, hermano o a ningún familiar que tenga relación carnal con un familiar menor de edad, en condición de sometimiento. Esto es un retroceso a la época del oscurantismo, algo tan sucio y cruel como regresar al “derecho de pernada” medioeval.
Pero aquí no acaba el ministro: también pretende despenalizar a los padres que después de separarse o divorciarse de su pareja se niegan a pagar la manutención de sus hijos. ¿Acaso no entiende el mal que causará a miles de hogares colombianos que dependen de esa manutención para sobrevivir?
¿Hacia dónde nos lleva este supuesto modernismo que estamos viviendo? Hacia un total oscurantismo. ¡Dios nos ampare!