Edmundo López Gómez | El Nuevo Siglo
Viernes, 16 de Enero de 2015

TOMANDO NOTA

Hermosa tarea

La   entrevista que le concedió Adolfo Pacheco a  Yamid Amat hace poco tiempo, a propósito del lanzamiento del libro de lujoso formato que patrocinó el magistrado Jorge Pretelt sobre la  vida del  gran intérprete  de la música  vallenata, tuvo una especial connotación  en cuanto a los recuerdos que hiciera sobre  el  apoyo que recibió  de Ricardo, el padre de Jorge- (q.e.p.d) y de lo cual doy fe porque fui testigo de aquella amistad estrecha entre el probo  político cordobés y el maravilloso juglar bolivarense.

Sirvió aquella entrevista, además, para apreciar el aporte  de la familia Pretelt a la cultura regional, pues, en el caso de Jorge,  también otros grandes intérpretes de nuestro folclor musical: Pablito Flores y Alejo Durán,  recibieron su apoyo,  y de cuya amistad también disfruté porque los dos le  pusieron música a mis campañas políticas; Alejo,  en mis visitas a Planeta Rica -a quien  le llevé un acordeón que le había  traído de Moscú al término de mi misión diplomática, y Pablito, en las parrandas que  organizaba mi compadre Óscar Louis Lacka, en su  casa solariega de Ciénaga  de Oro.

Durante muchos años, además, los lectores  monterianos tuvimos la oportunidad de proveernos de libros de la única librería que existía en la ciudad, precisamente de propiedad de Jorge Pretelt (Domus librus). Luego se vinculó a la Universidad Sergio Arboleda, de la cual fue uno de sus fundadores.

¿Por qué este largo introito? Porque pese al parentesco -Jorge está casado con mi sobrina Marta Ligia-, hube de enfrentarme a él, como vocero que fui  de los excongresistas pensionados y no propiamente en términos de baja intensidad crítica, durante la audiencia que se realizó el 21 de enero de 2013 en el salón de actos de la Corte Constitucional, para oponerme al proyecto de fallo que como Ponente había elaborado y en el cual, en mi concepto y el de otros intervinientes, como   el Procurador General  de la Nación y el entonces Presidente del Consejo de Estado, se atentaba   contra principios que en la legislación universal estaban consagrados como pilares del derecho constitucional democrático: el respeto a  los derechos adquiridos y a la no retroactividad de las leyes, y sobre la base de una equivocada interpretación del “derecho viviente”.

Advertí luego que la seguridad jurídica -que trasciende más allá del interés particular-, tenía que   ver, precisamente, con la preservación de esos principios fundamentales, los cuales, desde cuando se produjo el fallo de marras, quedaron en interinidad, como lo advirtiera también el hoy superministro Néstor Humberto Martínez, en artículo que publicó  el periódico Ámbito Jurídico.

Tengo claro, además, que mis  reparos jurídicos fueron expuestos dentro del respeto debido que   merecen quienes administran justicia. Celebro sí que el magistrado   Pretelt  haya seguido el ejemplo  de su padre, exaltando los valores de nuestra cultura regional. Hermosa tarea, en la cual ojalá persista.

edmundolopezg@hotmail.com