EDUARDO VARGAS MONTENEGRO | El Nuevo Siglo
Domingo, 15 de Enero de 2012

Tomar lo que la vida da

La vida, como es sabia, no nos da lo que queremos, sino lo que necesitamos. Aunque muchas veces esas dos condiciones coinciden, en otras oportunidades los planes que tenemos no se dan exactamente como queremos. Por supuesto que es preciso enfocarse en lo que se quiere y emprender las acciones necesarias para conseguirlo. Sin embargo, eso no es suficiente. Es preciso pedir permiso: si corresponde lograr el objetivo, se dará; si no corresponde aún, pasará algún tiempo para concretar la idea o el deseo; y si no corresponde, no se dará. Esto, que se escribe y se lee en forma muy sencilla, no es tan fácil de comprender.
Algunas teorías nos hacen la cosa muy simple: “¡concéntrate, actúa y lo logras; haz eso durante noventa días, y ya!”. Pero el universo no es tan simple como eso. Tampoco se trata de complejizar las cosas cuando no es necesario, se trata simplemente de fluir y de aceptar. Ahí está la sabiduría de tomar las cosas que la vida da. Ella siempre da lo que corresponde, así nos empecinemos en que nos dé otra cosa. Como nada es casual ni sucede al azar, la clave del aprendizaje está en reconocer el para qué se dan las cosas o para qué no suceden.
Imagínese que está de compras y ve un vestido que le gusta mucho en la vitrina de un almacén. Entra, lo pregunta en su talla, pero no hay. Posiblemente mientras está entrando al lugar usted se concentra en el vestido, se visualiza con él puesto, y con eso en su mente y en su corazón averigua por la prenda. Se concentró, actuó, ¡pero no hay la talla! No logró comprar ese vestido en ese momento. Puede que le digan que hay en otro almacén, ante lo cual el logro se posterga; su anhelo era correspondiente con el universo, y finalmente se concretó. Pero también puede ocurrir que le digan que ya no hay más existencias en su talla, sino más pequeñas, y le ofrezcan otro traje, en su talla. No correspondía que usted luciera ese traje en el que se visualizó y así se empeñe en comprarlo y mandarlo ajustar, no quedará como usted imaginaba. ¡No correspondía! O puede que usted tome lo que la vida le da, acepte lo que hay y compre otro, que probablemente le haga verse mucho mejor.
Así es con todo. Por modesto o gigante que sea su anhelo, si corresponde se dará y si no corresponde no. En la medida en que sepamos eso podremos ganar más comprensiones sobre lo que nos sucede y, sobre todo, podríamos aprender a diferenciar entre lo que necesitamos y lo que queremos.