EDUARDO VARGAS MONTENEGRO | El Nuevo Siglo
Domingo, 10 de Febrero de 2013

Sortear las crisis
Las  crisis, además de inevitables, son sanas: nos permiten tener una perspectiva diferente de la vida, nos sacan de nuestras zonas de confort y nos mueven a utilizar todos nuestros recursos, incluso aquellos que no sabemos que tenemos. Las crisis tienen un poder de transformación muchas veces insospechado, que a lo mejor no nos atrevemos a descubrir porque la sola palabra crisis nos hace entrar en pánico, sin darnos cuenta de que hemos superado con éxito más crisis de las que creemos.
Por ejemplo, nacer es una crisis. Imagínese en el vientre materno, cómodamente instalado, flotando en un líquido tibio, acogedor, que le abraza plácidamente. Imagine las paredes del útero, que le abrigan y protegen. Todo es bello, la vida fluye, es delicioso estar ahí, contenido por mamá, que hace su mejor esfuerzo para que ese bebé crezca. También está papá, apoyando, cuidando, protegiendo. Esas son condiciones ideales, que no necesariamente reflejan cómo fue su vida intrauterina, pero que sí se han dado en la mayoría de los casos: es muy rico flotar en el vientre materno, mientras se crece.
De repente, ese líquido se va quién sabe adónde; las paredes que le abrigaban ahora aprietan, como si el piso subiera, el techo bajara y los muros se contrajeran; se le empuja por un canal estrecho, en el que casi no cabe la cabeza… y al fondo hay una cosa aterradoramente brillante, que se llama luz y dizque es muy bonita. ¡Crisis! Y usted ya la superó, aunque no lo recuerde de manera consciente, a pesar de que su nacimiento sigue en la memoria de cada una de sus células.
Luego de la crisis del nacimiento elegimos respirar, y aquí estamos, en una sucesión continua de crisis transformadoras, que hacen que hoy seamos lo que somos.
Es inherente al ser humano superar las crisis, es parte de nuestra naturaleza. Pero ello se nos suele olvidar con alguna frecuencia. A lo mejor usted esté atravesando ahora algún tipo de crisis: no le gusta su trabajo a causa de su jefe, y hay amargura cotidiana; tiene deudas que no sabe cómo contrajo y tampoco cómo va a pagar; su pareja tiene más síntomas de no funcionar que de seguir en armonía; una enfermedad le mantiene en estado de postración o con miedo a la muerte o la no recuperación. Los seres humanos tenemos crisis todo el tiempo, como las familias, las empresas, las sociedades, los países, los grupos de países…
Si aceptamos las crisis en lugar de luchar contra ellas, podremos reconocer en éstas oportunidades para crecer, avanzar y aprender. Si agradecemos por ellas, abrimos un espacio en la consciencia para dar lo mejor de nosotros, a cada momento.
@edoxvargas