EDUARDO VARGAS MONTENEGRO | El Nuevo Siglo
Domingo, 3 de Marzo de 2013

La verdad interior

 

La verdad es un todo, es una, que tiene infinitas manifestaciones en cada organismo viviente.  La verdad equivale a la esencia, esa que está en cada uno de nosotros, a veces oculta, en otras ocasiones más visible, pero siempre en el interior de cada ser.  Cada quien tiene su verdad, esa parte del Todo que a su vez es un todo, esa verdad personal a la que es preciso ser fiel para vivir en armonía.  ¿Cómo saber cuál es la verdad interior cuando pareciese que se esconde y no se deja ver? ¿Cómo reconocer esa verdad esencial, aquella que nos hace únicos e irrepetibles, pero al mismo tiempo iguales en esta experiencia humana? La única opción para verla y asumirla es emprendiendo el viaje interior.

No importa cuántos años tengamos, qué hagamos o qué tengamos; tarde o temprano nos hacemos la pregunta por esa verdad que está protegida en nuestro interior, y que de alguna manera se manifiesta constantemente.  La pregunta puede ser qué quiero hacer con mi vida o si lo que he venido haciendo está en consonancia con mi esencia, o qué otras cosas puedo hacer para cumplir con mi misión existencial.  Pero, las respuestas no se encuentran en la periferia, en esas cosas de la cotidianidad que por lo general nos envuelven y nos anestesian; la periferia del afuera representada en las exigencias de los otros; los parámetros culturales sobre lo correcto o lo que no lo es; los estándares que nos miden como si fuésemos objetos o las competencias establecidas arbitrariamente.

La respuesta está adentro, en lo interno de cada quien, eso que no se nos enseña ni el colegio ni la universidad –salvo afortunadas excepciones–  y que está a una cuarta de la cabeza, la distancia entre la mandíbula y el corazón.  Cada quien tiene su propia llave para llegar al interior.  El niño o la niña interior son los guardianes de la respuesta: en la infancia estamos plenamente conectados con nosotros mismos y la misión esencial se manifiesta en los juegos, las fantasías y los sueños.  En los primeros recuerdos de la infancia está plasmada la verdad interior: algunos afortunados la siguieron todo el tiempo, otros necesitan dar varias vueltas en el carrusel de la vida para reencontrarla y seguirla.

Si su verdad interior está refundida por estos días, conecte con su corazón y pídale a su niño interior que se manifieste.  Recupere los juegos de infancia, esos que no reparaban en el qué dirán; dígale a ese niño que usted lo quiere escuchar, proteger y amar, para que la verdad se revele. Cuéntele que quiere serle fiel, para que al mostrarse, recupere o refuerce la senda de su existencia.

@edoxvargas