Eduardo Vargas Montenegro, PhD | El Nuevo Siglo
Jueves, 5 de Febrero de 2015

Todas las formas de amor

 

Cada día atestiguo cómo las personas que luchan, que se enorgullecen de ser guerreras, sufren más. Los logros obtenidos terminan empañados por una sombra, de amargura, envidia, inconformidad, pues lucha y sufrimiento parecen  ir de la mano. Veo en sus luchas deseos auténticos de cambio, de lograr construir órdenes nuevos a partir de los desbarajustes existentes, pero con unos costos personales demasiado altos, verdaderamente no compasivos con la propia vida.

Como hablar no es un acto inocente, lo que se dice se termina cumpliendo. Cuando Rafael Núñez escribió la letra del Himno Nacional, por supuesto fruto de la consciencia de su tiempo, decretó sin saberlo situaciones que siguen vigentes: “A orillas del Caribe hambriento un pueblo lucha…” Cientos de miles de personas que viven en Cartagena continúan hoy hambrientas y en la lucha. La manida frase de “todas las formas de lucha”, aplicada por izquierdas y derechas, ha servido para perpetuar el sufrimiento; en lo social los ejemplos abundan. 

En lo individual, aquello que es la verdadera base de las sociedades, la cuestión es similar, pues la lucha se convierte en una pasión que, como todas las pasiones, enceguece. Quien lucha contra una enfermedad no puede ver que ésta es una visitante que ha llegado con un propósito y que a través suyo se están revelando emociones o relaciones no sanas. Quien lucha para que una relación ya agotada no termine, (de pareja, laboral, comercial) no puede ver que todo cumple ciclos y que cuando se surten los plazos lo que tambalea necesariamente se cae, y es sano que así sea. Quien lucha contra la muerte, propia o ajena, no puede ver que es sencillamente otra etapa del proceso vital, que por supuesto genera dolor, y que lo sano es honrar, soltar y continuar; el dolor hace parte de la vida, pero el sufrimiento es opcional. Quien  lucha contra la vida, contra lo que le corresponde vivir, termina por no ver los aprendizajes que puede obtener de eso que está viviendo. Por ello muchas personas se suicidan.

El problema radica en hacer sinónimas cosas que no lo son: acción y lucha.  No se trata, por supuesto, de quedarse con los brazos cruzados ante los retos que la vida nos plantea día a día. Insisto en la acción amorosa, en todas las formas de amor, sano y sin apego. Si desde el amor vemos la enfermedad, aprendemos de ella. Si desde el amor soltamos las relaciones que ya no corresponden, nos honramos a nosotros mismos y a los otros. Si desde el amor acogemos a la muerte, llegará con dolor pero sin sufrimiento.  Si desde el amor acogemos la vida, con lo que traiga, fluiremos.   

@edoxvargas