El grotesco espectáculo protagonizado por el presidente de la Real Federación española de fútbol, Luis Rubiales, en la ceremonia de premiación del campeonato mundial femenino y los desarrollos que el mismo ha tenido en los días subsiguientes, bien puede convertirse en caso de estudio para analizar el fenómeno del machismo, pero también del abuso de poder y la manipulación de la información y de conciencias en función de los intereses económicos y políticos involucrados en el mundo del fútbol.
La incapacidad del señor Rubiales, y de buena parte de su entorno, para entender lo reprochable de sus gestos y acciones frente a Jennifer Hermoso, la jugadora agraviada con un beso no consentido, unido al “no es para tanto” de quienes encuentran que se ha querido dar trascendencia exagerada a este episodio, muestra el largo camino que falta por recorrer para interiorizar en la sociedad el reconocimiento real de los derechos de las mujeres y del respeto de su dignidad y capacidad de autodeterminación.
Ese, que es el punto central a retener de estos sucesos, y la gran tarea que debe verse por delante, se ha visto acompañado de una muestra casi patética del ejercicio abusivo del poder y de instrumentalización de los elementos que lo acompañan en entornos como el de las federaciones de fútbol, que para algunos se conciben como universos aparte cobijados por un cierto estatus de excepcionalidad y de inmunidad frente a las reglas internas de los Estados en que operan.
Casi tan bochornosos como los sucesos que dieron origen a este episodio, resultaron los aplausos encendidos dados por entrenadores, equipos técnicos y administrativos, y miembros de la federación aludida, al indefendible discurso, lleno de contra evidencias y nuevas agresiones contra la jugadora afectada con estos hechos, así como los comunicados y declaraciones de la federación salpicados de amenazas de acciones legales y descalificaciones en contra de las personas que manifestaron su solidaridad con ella y reprocharon las actuaciones de quien para ese momento se sentía todopoderoso regente de ese mundillo de intereses.
Solo ante la decisión de suspensión temporal del señor Rubiales adoptada por el Comité disciplinario de la FIFA, en cabeza del jurista colombiano Jorge Iván Palacio, algunos comenzaron a percatarse de la gravedad de lo sucedido y a expresar su indignación, también encendida como los aplausos del día anterior. Pero más allá de estos mundanos y humanos extravíos, es claro que los debates sobre los hechos mismos referidos, sus consecuencias, las competencias y alcances de las decisiones que pueden llegar a adoptarse por las autoridades en el orden interno español y por la propia FIFA , apenas comienzan.
Es de esperar que pronto se dé paso a una verdadera celebración del éxito alcanzado por las jugadoras, que ha quedado por estas circunstancias relegado a un segundo plano, pero sobre todo a una reflexión de fondo sobre el significado que tiene en el mundo del fútbol, y en general en la sociedad, ese protagonismo de las mujeres, así como sobre las condiciones en que ellas podrán seguir actuando en esa disciplina con todas las garantías y en condiciones de dignidad y respeto, dentro y fuera de las canchas.
@wzcsg