Antonio Cacua Prada es un volcán en permanente erupción humanística. No identificamos bien los componentes íntimos de su fértil alma. Pero chisporrotea chispas y fuego creador permanentemente. Ahora mismo ha entregado a la comunidad académica una portentosa obra de más de 600 páginas en que analiza ampliamente la histórica estirpe de los “Padilla” que tantos aportes le ha hecho a la Costa Caribe y a la República.
El voluminoso libro titula “Cerveleón Padilla Lascarro. Es una biografía vibrante de este caudillo de la derecha, exparlamentario destacadísimo y uno de los líderes decisivos en la creación del departamento del Cesar, el cual se desgajó del glorioso departamento del Magdalena. Como yo soy por convicción más municipalista que centralista, coautor del departamento del Quindío, Alzate Avendaño me llamó “el descuartizador de Caldas”, hice triunfar, como Cerveleón Padilla Lascarro la tesis de que descentralizar, es ceder poder. Si el agua, comida y la totalidad de los productos están en la provincia, y si la ciudad se limita a recibirlos y disfrutarlos, es más importante quien produce la riqueza, que quien la consume.
Antonio Cacua Prada acogió con asombroso fervor el encargo del hoy magistrado y académico Cerveleón Padilla Linares, hijo del biografiado, para trabajar durante cerca de cinco años la fecunda y muy agitada existencia de su progenitor Cerveleón Padilla Lascarro.
En mis libros sostengo que existen dos tipos de biografías: las monográficas y las panorámicas. La primera es valiosa, pero muy limitada. La segunda es globalizante y totalizadora. Se estudia la época, la atmósfera política, social y cultural.
Este libro es una luminosa historia de una parte entrañable del Caribe como es el departamento de Magdalena histórico. Basta con decir que Santa Marta, por haber sido el sitio sagrado en que murió Bolívar, se convirtió en una capital con resonancia universal.
El libro, al final, indica más de 300 fuentes documentales. Reproduce también centenares de fotos de enorme importancia cívica y política. Cacua Prada y Padilla Lascarro fueron compañeros en el Parlamento y de ahí nació una poderosa amistad.
Cervelón Padilla Lascarro fue un fiscal altivo y altanero de la honestidad pública. Le gustaba la cultura moral. Rectilíneo. Predicador de los principios conservadores. Fue un muro de contención contra el desorden. La naturaleza lo dotó de atributos singulares. Era atlético, tensa la frente, el cuello ágil, penetrante la mirada, ligeramente convexa la nariz, afirmativa la voz. Inspiraba respeto por su entereza moral.
Este conductor costeño desde joven ocupó escaños en los cuerpos colegiados y se hizo sentir por su verbo fustigante. Producía sacudimientos por la transparencia y energía de sus mensajes.
Es muy estimulante el vitalismo de Antonio Cacua Prada con más de 90 años de edad, produciendo obras portentosas. Para él la vida “empieza mañana”. Hay que mantener siempre lúcida la mente para escribir, tacto para la recreación, dulzura para el amor, olfato para recibir los perfumes que se nos presenten, pluma para descifrar misterios. Releer a Neruda en unos de sus últimos libros: “Confieso que he vivido”.