En Estados Unidos, sin mayoría en las urnas, por el sistema constitucional de delegados al colegio electoral establecido desde 1787, el señor Donald Trump es el nuevo presidente de la Unión que tomará posesión en enero próximo.
No es estadista, ni ideólogo, sí empresario controvertido, multimillonario y hasta hace poco presentador de televisión en su programa Tele-Realidad. Son innumerables sus propiedades en el sector inmobiliario, en el de hoteles, incluyendo el de Dubai, en juegos de azar con extensión de casinos y llama la atención el título de su libro “Piensa en Grande y Patea Traseros en los Negocios y en la Vida,” publicado en el 2007, título sincero porque a eso se ha dedicado.
El debate presidencial no fue de ideas, ni acerca del orden mundial o la democracia, sino intercambio de ataques personales con la candidata demócrata y repetición de propuestas extrañas, como construir el muro en la frontera con México y cobrarlo, parar la migración latinoamericana y musulmana, cancelar acuerdos comerciales, desconocer el recalentamiento global y el pacto de París “teoría creada por y para los chinos con el objetivo de que las manufacturas norteamericanas pierdan nivel de competencia”, en medio de expresiones racistas y la declaración de que los Estados Unidos no tienen tiempo de ser políticamente correctos.
Los primeros nombres de su gabinete muestran el extraño fenómeno, no se trata de proyectar un gobierno capitalista, ni de conformar uno populista, ni de buscar el adecuado funcionamiento de la Organización de Naciones Unidas (ONU), ni de contribuir a la paz mundial, sino de imponer disparatados planes, con la advertencia de que no cobrará sueldo presidencial (US400.000 anuales), no lo necesita, colocando en sitios claves a magnates cuyos intereses chocan con los del Estado: Steven Bannon, promotor del nacionalismo blanco; general retirado Michael Flynn, crítico de la estrategia Obama contra el Estado Islámico; Mike Pompeo, republicano tradicionalista; Jeff Sessions, enemigo de la migración; Rieb Prebus, empresario defensor de privilegios; representantes del estilo Trump, conocidos, han figurado en los medios y de qué manera.
A Nikky Haley, gobernadora de Carolina, nueva embajadora en la ONU, le costará trabajo atender las instrucciones presidenciales, asumir la influencia de su país con poder de veto en el Consejo de Seguridad.
Sin asimilar todavía la victoria del señor Donald Trump preocupa la forma en la cual inicia su gobierno. Quienes seguimos el desarrollo del proceso tememos que el liderazgo de los Estados Unidos disminuya, haya enfrentamiento entre funcionarios estatales y federales, que la Nación se divida bajo un ejercicio administrativo desordenado, dispensado a bandazos.