Quienes predicen que en los Estados Unidos es inminente el populismo están equivocados. Se trata de algo distinto, de mantener la popularidad con el espectáculo cuando prosigue el nombramiento de exitosos empresarios multimillonarios y figuras controversiales bajo el libreto del experto en mostrar en ¨El Aprendiz¨, como patear traseros, el que hace una década causó furor cuando subido a un cuadrilátero en un programa de lucha libre le afeitó la cabeza con espuma, entre aplausos delirantes de los espectadores, adornado con bellas mujeres y fuegos artificiales, a su amigo el empresario Mac Mahon, dueño de la franquicia de lucha libre WWE, con el cual apostó que su pupilo ¨Supermán Negro¨ derrotaría al peleador de origen samoano patrocinado por su adversario.
Ambos se lucieron, hubo discursos, el árbitro aplicó llave al señor Donald Trump y este acabó besando la lona. La batalla fue éxito publicitario y el capítulo continúa, sirvió para aumentar electores y ganar la presidencia. Ha designado a Linda, esposa de su ocasional rival, directora de la administración de pequeñas empresas norteamericanas, la pareja fue gran donante del partido Republicano, aportó a la campaña seis millones de dólares. Se rompe el protocolo, el twitter reemplaza los decretos y comunicados de prensa.
¿El Gobierno espectáculo logrará resolver problemas sociales, enfrentar los mundiales sin afectar la posición de liderazgo internacional? Durante decenios tratadistas dijeron que el comunismo se impondría al capitalismo, este introdujo el concepto de lo social y los Estados Unidos son potencia mundial con participación decisiva en los organismos internacionales, cuya misión pone en duda el nuevo mandatario, al igual que la efectividad de las vacunas o la existencia del Cambio Climático.
Las declaraciones de Trump son show, el muro en la frontera con México para controlar la migración disminuye, el candidato victorioso resalta la fortaleza de la democracia, disminuye el tono de polémicas afirmaciones lanzadas al desgaire, a lo mejor vuelve a comprar y comer galletas Oreo.
Su triunfo no conlleva el fin del Imperio, pero si el espectáculo es prioridad y se deja la economía al vaivén del juego de oferta y demanda, eso tendrá consecuencias. El comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas no puede impartir ordenes dispersas, ni introducir de mal modo las relaciones con los gobiernos, ni derrotar al Estado Islámico con frases altisonantes, ni abandonar el Tratado del Atlántico Norte (Otan), ni separarse de la Organización de Naciones Unidas (ONU), lo sabemos todos. Sin embargo reconozco que liberales y conservadores votaron por el Gobierno espectáculo más llamativo por el momento que el de los discursos tradicionales. El telón se levanta, los actores en escena, la presentación empieza.