La televisada atención y los aplausos de los parlamentarios al discurso de Vladimir Putin sobre el estado de la nación no permiten ver luz al final del túnel en la guerra de Ucrania. Justamente porque la novedad del mismo fue la suspensión de los acuerdos de Rusia con Estados Unidos (abril, 2010) que incluyen la renuncia al uso del armamento nuclear en países que no disponen de esa clase de armas.
Mala noticia, pues alimenta el discurso de los agoreros que dan por sentada la necesidad de prepararse para una guerra prolongada indefinidamente en el tiempo. La perturbadora admonición se basa en el dictamen de los expertos internacionales que declaran imposible un desenlace claramente favorable a una de las partes porque ninguna tiene la capacidad militar de imponerse a la otra.
Y si no es en los campos de batalla el desenlace tendrá que venir por lo que ocurra en las mesas negociadoras de una paz negociada. Pero tampoco eso parece verosímil hoy por hoy. Y mucho menos después del delirante discurso de Putin contra el "abismo espiritual de Occidente", que ha sido el envoltorio de su velada amenaza de usar el armamento nuclear. No fue tan explícito, pero es una deducción lógica de su contundente afirmación: "Rusia es invencible en lo militar".
Lo cual nos coloca en el más temido de los escenarios. Me refiero al temor a una escalada en la guerra de Ucrania, que se ha instalado como una nube negra en el horizonte. Vladimir Putin nos coloca ante el peor de los escenarios al anunciar que suspende sus compromisos en materia de desarme nuclear (fabricación de ojivas) renovados en 2021 (START III).
La reacción de Joe Biden, que se encontraba en Polonia, no se hizo esperar. Ni un paso atrás respecto a su advertencia del pasado mes de septiembre, cuando la Casa Blanca anunció que utilizaría todo su poderío militar para destruir las fuerzas convencionales rusas en Ucrania si Rusia se atrevía a usar la fuerza nuclear en dicho territorio.
"Nuestro apoyo a Ucrania es inquebrantable y no nos vamos a cansar", ha declarado el presidente de los EE UU pocas horas después del discurso de Putin. No podía ser de otra manera cuando veinticuatro horas antes había dado la vuelta al mundo su abrazo con Volodimir Zelenski. Pero la respuesta también incluyó el aspecto global del conflicto: "La OTAN es hoy más fuerte que nunca".
Aunque eso no nos deja más tranquilos sobre la evolución de los acontecimientos, a quienes vivimos a esta parte de la civilización (democracia, derecho, humanismo) no nos queda otra que la de alinearnos con la firmeza norteamericana y europea frente a la intolerable violación del derecho internacional que hace un año supuso la invasión de Ucrania.