Avanzan los preparativos para recibir al Papa en Bogotá.
Esta semana con justa razón, se transformará la cotidianidad.
Se interrumpirá el tráfico, se modificarán los horarios de trabajo, se aplazarán reuniones, se cancelaran audiencias y se pospondrán citas.
Así sucede con el campeonato mundial de fútbol, ¿por qué no esperar que igualmente suceda en medio de éste trascendental acontecimiento?
Para quienes profesamos la fe Católica y desde muy pequeños nos enseñaron el Credo como la oración mediante la cual durante la celebración de la Eucaristía públicamente y en voz alta refrendamos nuestras convicciones y creencias cristianas.
Y así mismo, a quienes siempre se nos inculcó que en el Evangelio, Jesús refiriéndose a Simón dijo “Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia." (Mateo 16: 13-20), la visita del Santo Padre representa la mejor ocasión para rememorar ese pasaje bíblico de una misión que prevalece aún después de 2.000 años, y hoy día está en cabeza suya como Pontífice y líder de esa su iglesia, la nuestra, la Católica.
No nos incómoda por supuesto su visita, ni mucho menos nos prestaremos para hacerle eco a las críticas de los inconformes.
El Papa es muy importante aquí y en cualquier parte; y más bien, nos inspira respeto y devoción.
Para otros, muchos o pocos, no pasará igual, pero les respetamos su pensamiento, sin discusión, porque son distintas sus creencias y cada quien las aplica según su buen saber y entender. Allá ellos.
Entre tanto, la asistencia a los actos programados será el testimonio más fiel y representativo de la acogida y el fervor de la mayoría de los colombianos.
La presencia del Papa mueve multitudes, que cualquier político por importante que sea las desearía, como ya pasó con la visita de sus antecesores, e igualmente, como ha sucedido en otros países incluido Cuba así sea regentado por el Comunismo que se califica como ateo.
Colombia necesita continuar por el sendero de la paz y mensajes como los del Papa Francisco contribuyen a la reflexión y al fortalecimiento de una conducta inspirada en la reconciliación y la sana convivencia.
Al comienzo del nuevo año 2017, Francisco, cuyo nombre secular es Jorge Mario Bergoglio, formuló sus más sinceros deseos de paz para los pueblos y para las naciones del mundo, para los Jefes de Estado y de Gobierno, así como para los responsables de las comunidades religiosas y de los diversos sectores de la sociedad civil.
Y agregó:
"Deseo la paz a cada hombre, mujer, niño y niña, a la vez que rezo para que la imagen y semejanza de Dios en cada persona nos permita reconocernos unos a otros como dones sagrados dotados de una inmensa dignidad. Especialmente en las situaciones de conflicto, respetemos su «dignidad más profunda y hagamos de la no violencia nuestro estilo de vida".
No caben entonces, las intrigas e intereses de toda índole, tanto de otros credos, como políticos, e inclusive dentro de los mismos católicos, confundiéndose desafortunadamente lo divino con lo humano, en un momento en el que desde el Trono de San Pedro lo que se quiere es afianzar la fe en Cristo y promulgar sus enseñanzas.
¡Bienvenido Papa Francisco a Colombia, esta es su casa...!!!