Albert Einstein decía que el tiempo es una ilusión y yo ando seriamente “ilusionado” con que pase rápido este fatal cuatrienio que nos tocó vivir, el mismo que acaba de “celebrar” el pasado 7 de agosto su primer año de vida, ufanándose de una economía que aparenta tener unos signos positivos en temas como empleo e inflación, sin que ello tenga nada que ver con la gestión del gobierno de turno, que lo que ha tratado es de “cambiar” y reformar lo que ya venía funcionando.
Bien lo escribe el Director de este diario en pasado editorial, que el éxito frente a la inflación se debe al Banco de la República y que la disminución del desempleo es por cuenta del empresariado. Si hubiera pasado la reforma laboral ya tendríamos medio millón de empleos menos, por el mero “intento de sospecha” de un cambio normativo.
Este gobierno tiene dos grandes habilidades: la primera, “la labia”, que también llaman “verborrea”, una especie de trastorno del habla caracterizado por la producción excesiva de palabras e ideas acompañada de una disminución de la coherencia, y se caracteriza por un pensamiento ideo-fugitivo, propio de las fases maníacas. En otras palabras, estamos frente a un típico “encantador de serpientes” (más de tipo árabe) pero en nuestro medio cabría más la expresión “culebrero”, que traduce algo así como vendedor callejero, amo y dueño de la calle, que para promocionar su diversidad de productos para vivir sabroso, pomadas, ungüentos, ampolletas de potencia de vida, paz total, salvación del planeta, etc., exhibe una culebra y hace gala de esa verborragia inusual, atrayendo incautos a punta de cuentos chinos para subirlos al tren sin retorno de la montaña rusa.
La otra habilidad: “ganar indulgencias con padrenuestros ajenos” y suele sacar pecho como cuando la Corte Internacional de Justicia de la Haya decide darle la razón a Colombia frente a las ilusorias pretensiones de Nicaragua por extender a las malas su plataforma continental, atentando contra nuestra soberanía. Y en cambio, cuando las noticias del gobierno son malas, en temas de corrupción, por ejemplo, suele echar mano del espejo retrovisor, que mueve a su manera, y cuando lo atacan por dineros ilegales que entraron a su campaña -por la vía filiopaterna- en vez de rasgarse las vestiduras por incumplir sus deberes y obligaciones como progenitor responsable, se lava las manos, como Pilatos, y llama en garantía a Uribe, Santos y a Duque -cuidándose muy bien de no mencionar a Samper, su maestro- como si ellos fueran los padres de su propia creatura, que responde al nombre de Nicolasito.
Y frente al tema de dineros calientes que ingresan a una campaña, con “niños” díscolos involucrados, en tiempos del nuevo proceso 15.000¿No sería más fácil invocar a Samper, con su proceso 8.000? Al menos consistiría en una simple operación matemática y no habría que recurrir a chismes, cuentos y sortilegios para ponerse a escudriñar “Ñeñes” ajenos. Muchos pecadores, como lo diría alguno de los escribientes de las Sagradas Escrituras, bien suelen “ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio”.
Post-it. Gravísima la noticia de la existencia de un plan para atentar contra la vida del excelente Fiscal Barbosa por parte del Eln, grupo que madrugó a negarlo. Dice Héctor Berlioz que “el tiempo es un gran maestro; lo malo es que va matando a sus discípulos.”