El presidente del Gobierno y todos sus ministros de la rama económica se han encargado durante meses de asegurar a los españoles que nunca en España tendríamos apagones. El suministro está garantizado, nos decían. Y como en su momento nos garantizaron que la inflación era algo temporal, sufrir apagones está más cerca de lo que pensamos.
De hecho, según cuenta "El Economista" durante los dos últimos meses hemos estado a punto de sufrirlos. De hecho, Red Eléctrica de España (REE) pidió por carta a las eléctricas propietarias de centrales de ciclo combinado que aplazaran hasta el mes de diciembre las revisiones que preveían realizar en dichas instalaciones entre septiembre y noviembre. Parece que los informes realizados por REE ponen de manifiesto que ha habido momentos, entre septiembre y este mes de noviembre, de verdadera tensión en el suministro y que las compañías en atención a esta petición han retrasado algunos de los mantenimientos previstos.
Las causas son diversas. Desde la sequía a las paradas en Francia o las tensiones en el sistema de cogeneración. En definitiva, todo un abanico de circunstancias que están provocando un alto riesgo para el suministro de electricidad. Algo que el Gobierno no había contemplado y que como en tantas otras cosas dicho de forma irónica "no se podía saber".
El caos que este gobierno está generando en multitud de campos es alarmante. No sólo fabrica decretos que hay que cambiar incluso una vez publicados en el BOE, aprueba leyes con consecuencias escandalosas o no toma medidas adecuadas para solucionar los problemas, sino que, al ignorar a los sectores implicados, escuchar sus advertencias y actuar en consecuencia, va por libre y desorganizado provocando situaciones de riesgo.
La falta de diálogo con los que realmente saben, con los expertos, da igual el sector del que hablemos, está creando un grado de incertidumbre insoportable y males mayores que tendrán consecuencias importantes para la economía de autónomos, empresas y hogares. Podemos estar realmente cerca de sufrir apagones. Tanto como de dilapidar los miles de millones que han llegado de Europa en el sector público o de provocar problemas serios de solvencia al sector financiero. El populismo y la propaganda campan a sus anchas sin que sus consecuencias parezcan importarle al gobierno.
¿Alguien asumirá, alguna vez, alguna responsabilidad?