No de otra manera puede calificarse el trhiller de Odebrecht y, ahora último, del señor Duda, a quien en mala hora contrató Óscar Iván Zuluaga, recomendado circunstancialmente por la primera como experto en mercadeo político.
Hoy está comprobada la condición de Odebrecht como empresa criminal, con una unidad especializada en soborno internacional, que logró comprar conciencias en 12 países por la absurda cifra de ¡788 millones de dólares!; una multinacional que dejo de competir por contratos para dedicarse a comprarlos. Una empresa que, según informaciones de prensa, tenía a Duda como instrumento para asesorar campañas políticas en el continente, al ritmo de sus torcidos intereses empresariales. Solo hasta ahora se vino a saber, por informaciones de la justicia brasilera, que Duda Mendoza era, de tiempo atrás, socio en el entramado criminal de Odebrecht; por ello es investigado en su país y por ello busca condiciones favorables a costa de ensuciar a quien sea, y encontró presa fácil en un hombre íntegro como Óscar Iván Zuluaga.
Ante la gravedad de los hechos, el país tiene derecho a saber por qué Odebrecht, dentro de su portafolio de negocios sucios, le pagó a Duda 1,6 millones de dólares, o si se los pagó realmente, pero si el publicista dice que así fue, y que los recibió por servicios a la campaña de OIZ, pues debe probarlo, y probar también que el candidato y la campaña consintieron en esa oscura triangulación. Es él quien tiene la carga de la prueba.
Todo suena muy extraño, el mismo Duda afirmó que el pago se hizo después de la campaña, es decir, después de haber perdido, y más extraño aún que, en 2015 inclusive, le dieran otra platica a través de un negocio inmobiliario. Además, Odebrecht ya estaba servido: por 6,5 millones de dólares se había echado al bolsillo la fase 2 de la Ruta del Sol en 2009, y por 4,6 millones, en marzo de 2014 y a pocos meses de la campaña presidencial, logró quedarse con el contrato de la vía Ocaña – Gamarra, tasado en 1,2 billones de pesos, con el beneplácito interesado de la ministra de Transporte y del Gobierno; y fácil, sin licitación y con sus propias condiciones, con una simple adición. A propósito, nada se sabe del otro experto, J.J. Rendón, que afirmó haber asesorado gratuitamente a la campaña ganadora.
Yo creo en Óscar Iván Zuluaga porque lo vi de cerca en una campaña azarosa y nunca dudé de su inocencia, que acaba de corroborar la Fiscalía con el archivo de la investigación en su contra en el sospechoso caso del hacker. Quizás Odebrecht, seguro de la efectividad de su socio, le apostó a la gran influencia que podría tener Duda en un gobierno triunfante de Óscar Iván, pero le salió el tiro por la culata, pues le aparecieron unos más avispados que lograron, con escándalos e infiltraciones, torcer el resultado electoral de la primera vuelta.
Por lo pronto, la justicia estadounidense, la misma que destapó hasta sus entrañas el escándalo Fifa, también exprimió literalmente a Odebrecht hasta determinar que los sobornos en Colombia sumaron los 11 millones de dólares que la opinión conoce. Así que el señor Duda me genera muchas dudas con sus declaraciones a la revista Veja, que no hizo ante las autoridades.
Óscar Iván debe emplazar públicamente a Duda y a Odebrecht. Sabemos de su integridad y no dudamos que otra vez saldrá bien librado. Están de por medio su dignidad y su prestigio, pero también su partido y, sobre todo, el voto de confianza de siete millones de colombianos.
@jflafaurie